miércoles, 1 de agosto de 2012

Cuestión de principios


Cuestión de principios – (1-03-2012)



La izquierda en estos años ha conseguido que cale en la sociedad la idea de que “la derecha es retrógrada y mala”, “la izquierda progresista y buena”, con un buen manejo de la propaganda, de los medios de comunicación afines, con leyes injustas y sectarias, han creado un estado que dirige nuestras vidas con el lema de que “¡es por nuestro bien!, al de estilo de la desaparecida URRS o del famoso libro “1984” de Orwell. «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».

Quien me conoce sabe que soy una persona tranquila, pacífica, valedor de los derechos humanos, de la libertad, que defiendo y argumento mis ideas siempre con respeto, que me tomo en serio la vida, las personas, la sociedad y que tengo muy claro qué valores hay que defender, pero cuando llegas a casa tras una larga jornada de trabajo y te sientas tranquilamente delante de la TV, te empiezas a calentar y a indignar; de repente te sale un graciosillo con poca gracia, disfrazado de obispo haciendo gansadas o burlándose de la cruz, o un progre, medio idiota, con el pañuelito del terrorista Arafat liado al cuello, o un pacifista volcando contenedores, quemando coches, destrozando escaparates y cajeros mientras el presentador “progre” de turno habla de la desmesurada intervención policial, o escuchas la sentencia de tres años en un centro de menores para aquel joven asesino de 17 años que secuestró, torturó, violó y asesinó a una niña, gracias a que unos psicólogos “progres” mantienen la tesis que el pobre chico tuvo una niñez desgraciada, o un tonto culpando a las víctimas y apiadándose de los delincuente, o la ley que nos regula la temperatura, o que en un colegio público quitan los crucifijos para no ofender a los no creyentes, en fin, un idiota hablando de profunda espiritualidad portando en sus manos algún libro de Paulo Coelho.

Además de todo esto, continuos mensajes; prohibido fumar a pesar de pagar por cada cajetilla de tabaco mas del 80% en impuestos, pero eso sí “¡es por nuestro bien!, o lo mucho y bien que multa la Jefatura Central de Tráfico, pero “¡es por nuestro bien!, ya que ¡No podemos conducir por ti!”, o que nos van a poner un impuesto para que no abusemos de ir al médico o del consumo de medicamentos, pero “¡es por nuestro bien!. Al final se acaba por tener la impresión de que los malos y los tontos se confunden; los malos para no parecer malos, los tontos para que no los consideren tontos. Y se mezclan y se entremezclan para que andemos confundidos.

Todos acaban haciéndose progres que es la única puerta, en apariencia, con el exterior que les queda.

Quizá alguien quiera hacerme la aclaración de que estoy definiendo a un estado “progresista”, pues sí, así es, pero a mi este estado no me gusta.

Está claro de lo que reniego, pues no quiero tener que emigrar a las profundidades de la tierra para poder fumarme un cigarro o comerme una hamburguesa con una cerveza. No quiero este Estado, no.

Sólo quiero un Estado que nos garantice una justicia independiente, despolitizada e igual para todos, que el derecho sea la vida y no la muerte, que no convierta en legal el delito, que haga carreteras, que nos asegure una buena sanidad, que nos garantice las pensiones que nos hemos ganado trabajando toda la vida, que ponga los medios y las leyes para una buena enseñanza dejando a los padres la libertad de la educación moral de sus hijos, que pueda profesar la religión que quiera sin sentirme acosado, que no promueva leyes para desunir a los españoles, que considere importantes a los ciudadanos todos los días, no cada cuatro años….. Lo demás es inmiscuirse donde no le llaman. Sobre todo, debe evitarse que, el Estado, calumnie al pueblo y le busque enemigos como excusa para perpetrarle agresiones y prohibiciones sin cuento.

Esto es una cuestión de principios, lo siento pero no tengo otros, ¡¡soy así de raro!!

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