sábado, 30 de agosto de 2014

“Kafka en la orilla” de Haruki Murakami




Kafka en la orilla

de

Haruki Murakami






Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. Le llevan a ello las malas relaciones con su padre -un famoso escultor convencido de que su hijo repetirá el aciago sino de Edipo- y el vacío producido por la ausencia de su madre; se dirigirá al sur del país, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a la misteriosa señora Saeki. Sus pasos se cruzan con los de otro personaje, Satoru Nakata, sobre quien se ha abatido la tragedia: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un accidente del que salió con secuelas y dificultades para comunicarse... salvo con los gatos.

Kafka en la orilla fué el cuarto libro que leí de Murakami, y como viene siendo habitual con este autor, vuelve a conseguir llevarme a su terreno, a ese mundo en el que la realidad y la fantasía se unen. A mí Murakami es un autor que me fascina, pero entiendo que haya gente a la que no le gusté. Es más, me parece que es un escritor que o te gusta mucho o no te convence en absoluto.

Creo que es muy importante a la hora de leer un libro de este escritor, ir con la mente totalmente abierta, aceptar todo lo que te cuenta sin cuestionar todo lo que ocurre. Creo que esta es la verdadera forma de disfrutar de un libro de Murakami. Si empiezas a plantearte porque los gatos hablan o caen peces del cielo, se pierde la magia. Se tiene que aceptar la parte de fantasía que hay en los libros de este autor.

En Kafka en la orilla, tenemos dos historias. Por un lado, esta Kafka Tamura. Un chico de quince años que se escapa de casa buscando huir de una profecía que le hizo su padre siendo muy niño. Kafka no es un adolescente corriente, es muy callado, muy triste y un lector empedernido. Sus pasos le llevarán a la Biblioteca Komura donde trabaja Oshima, que se convertirá en su principal punto de apoyo. Y la señora Saeki, una mujer de mediana edad muy hermosa y enigmática que esconde un pasado trágico detrás.

Los capítulos se alternan para contar la historia de Nakata. Un anciano, que de niño le ocurrió algo bastante misterioso mientras estaba de excursión con su profesora y compañeros de clase. Desde ese momento, es incapaz de leer, pero se comunica perfectamente con los gatos.

Las dos historias sin punto de conexión aparente, se van entrelazando a medida que avanza la novela. La verdad es que no me suele ocurrir esto, porque siempre me suelo decantar por una, pero esta vez las dos partes me parecieron igual de interesantes. Leía con igual agrado los capítulos de ambos protagonistas. Aunque no niego que Nakata resulta ser un personaje mucho más peculiar que Kafka y al que se le coge cariño mucho más rápido.

El punto fuerte de esta novela son sus personajes. Nakata, su eterno compañero Hoshino, Oshima o Kafka tardan en irse de la mente. Yo me quedo con Oshima y sus reflexiones. Cada vez que abría la boca no podía más que aplaudirle. A Nakata y a Kafka me daban muchas ganas de protegerlos y Hoshino conseguía hacerme reír. Son personajes maravillosos los cuatro. La señora Saeki no ha conseguido llenarme tanto, porque tengo la sensación de que nunca la llegue a conocer del todo por culpa de toda esa tristeza y misterio que la rodea.

A Murakami le encanta mezclar el mundo onírico con el real y en Kafka en la orilla eso está muy presente. No es un libro que recomendaría a alguien que no haya leído antes a este autor antes porque le puede parecer una novela bastante rara. Yo siempre recomiendo empezar por sus novelas más "normalitas" como Tokio blues o Al sur de la frontera, al oeste del sol.

Sinceramente no sé qué es lo que me fascina tanto de este escritor. Cuando me pongo a pensar fríamente en él, me doy cuenta de que escribe de una forma sencilla, y puede que a veces ralentice la acción al dar más detalles de los necesarios, pero mientras leo sus novelas es como si entrara en fase de hipnosis. Consigue que me interese por todo lo que me cuenta, aunque sea que están comiendo los protagonistas. Y después, cuando cierro el libro, me sorprendo pensando en la novela y me vienen imágenes a la mente. Sus historias, sus personajes, su forma de escribir me resultan muy atrayentes.

Kafka en la orilla, debajo de toda su fantasía, es una novela sobre la madurez, sobre dejar el pasado atrás por muy trágico que sea y continuar viviendo, porque la vida realmente merece la pena.

En resumen, “Kafka en la orilla” es, quizá, el libro más profundo de Murakami, mantiene sus componentes obsesivos: heridas de amor, personajes desaparecidos, gatos portadores de mensajes, amores inalcanzables, música, personajes extraños y sucesos enigmáticos. Es también una historia sobre la soledad, como cada persona encuentra su camino en este mundo. Construye una espiral doble con dos personajes que están en búsqueda de sí mismos o, mejor dicho, buscan el verdadero significado de su identidad. Murakami ha encontrado el camino para obtener la respuesta a la búsqueda de sí mismo. «El principio del laberinto reside en tu propio interior [...] lo que existe fuera de ti es una proyección de lo que existe en tu interior. Lo que hay dentro de ti es una proyección de lo que existe fuera de ti».

viernes, 29 de agosto de 2014

El primer círculo - Alexander Solzhenitsyn



EL PRIMER CÍRCULO – Alexander Solzhenitsyn

Sordo e inmune a los cantos de sirena del estalinismo, a diferencia de muchos de sus colegas de la intelectualidad francesa, Raymond Aron ironizó en 1950 sobre el hecho de que la izquierda europea idolatrase a un “constructor de pirámides”; en efecto, pocos de esa izquierda reconocían en el líder supremo de la Unión Soviética al déspota oriental cuyos métodos y fechorías merecían tanta repulsa como los de Hitler. Lo cierto es que, para entonces, los métodos de Stalin y su régimen se habían diversificado. A su haber tenían no sólo unas iniciativas tan despiadadas –faraónicas en el peor sentido del término- como la construcción del canal del Mar Blanco y la colectivización del agro, con su larguísima cuenta en vidas humanas, sino también la fundación de prisiones especiales en las que caían científicos, ingenieros, técnicos y obreros cualificados, extraídos todos ellos de la vasta red de campos de concentración a fin de ponerlos a trabajar en proyectos similares a los que, en Occidente, se desarrollaban en laboratorios y centros de investigación científico-tecnológica. La jerga carcelaria rusa reservaba a estas prisiones el mote de sharashkas, y los zeks (reclusos) que iban a parar a ellas se consideraban afortunados, pues las condiciones de subsistencia en una sharashka eran incomparablemente más llevaderas que las de los campos corrientes. Con todo, no dejaban de ser prisiones, y en un sistema como el soviético representaban una forma refinada pero no menos deleznable de arbitrariedad y explotación. Eran, las sharashkas, el Primer Círculo del dantesco infierno concentracionario, y la novela homónima de Solzhenitsyn es su dramático lienzo literario.

Alexander Solzhenitsyn, formado como físico y matemático y devenido oficial de artillería durante la Segunda Guerra Mundial, fue del número ingente de los zeks. Servía en territorio prusiano como combatiente condecorado cuando cayó en desgracia a raíz de una apenas velada crítica a Stalin, detectada por la censura en su correspondencia privada. Tras ocho años de calvario en el Gulag, una de cuyas estaciones fue precisamente una sharashka, la desestalinización puso fin a su destierro en Asia Central en 1956, culminando unos años después la primera redacción de su novela sobre la vida en una prisión especial. Titulada El primer círculo, la obra conoció el destino de tantos y tantos de sus equivalentes en la URSS: censura, mutilación, requisamiento, reescritura. Después de que el KGB vedara definitivamente su publicación, en 1967 se difundió en su quinta versión por la vía del samizdat (edición y distribución clandestina). Al año siguiente la sexta versión fue publicada en ruso en los EE.UU., a partir de una copia microfilmada y llevada a Occidente unos años antes; esta edición, que consta de 87 capítulos, fue prontamente traducida a una multitud de idiomas. La redacción definitiva (séptima versión, de 96 capítulos) la acabó Solzhenitsyn en 1968, y en castellano fue publicada por primera vez por Tusquets, en 1992 (edición de 749 páginas).

Como se puede suponer, la novela debe su título al imaginario dantesco y sus círculos infernales. Sobre la naturaleza de la prisión que sirve de escenario central en El primer círculo, el diálogo sostenido por dos de sus personajes es decidor:

«- La sharashka, si quiere usted, la inventó Dante. Se devanaba los sesos pensando dónde colocar a los antiguos sabios. Su deber de cristiano le ordenaba arrojar a esos paganos al infierno. Pero la conciencia de un renacentista no podía aceptar que tan ilustres varones se mezclaran con los demás pecadores y fueran sometidos a castigos corporales. Y Dante ideó para ellos un lugar especial en el infierno. […]

- Eh, eh, Lev Grigórich, yo le explicaré de un modo muchísimo más accesible a Herr Profesor lo que es la sharashka. Hay que leer los editoriales del Pravda: “Está demostrado que la alta producción de lana depende de cómo se alimente y se cuide la oveja”.»

El primer círculo es novela coral y narración testimonial. Su ambientación la provee la prisión-laboratorio de Marfino, en los arrabales de Moscú, a fines de 1949. Se trata de una sharashka abocada a la investigación de materias relativas a la acústica y la radiotelefonía, y como centro penitenciario que es, reviste la forma de un microcosmos que congrega a 250 reclusos y algunas decenas de personal carcelario y técnico-científico libre. La novela condensa la vida en Marfino durante los cuatro días que transcurren a partir del 24 de diciembre del referido año. Su trama se despliega en torno a un nudo argumental: en la víspera de Nochebuena, un joven y promisorio funcionario del servicio diplomático soviético, en quien ha germinado la semilla de la duda y la inconformidad, se comunica por teléfono con la embajada estadounidense con el objeto de prevenirla de un acto de espionaje relacionado con la bomba atómica. (En la primera versión conocida en Occidente, el asunto en cuestión era un secreto de la industria farmacéutica.) El aparato soviético de seguridad ha captado el llamado y sus engranajes se ponen en marcha. Sobre Marfino recae la tarea de estudiar la grabación telefónica e identificar al traidor.

En tanto que obra coral, la novela disfruta de una virtud característica de la gran literatura rusa: la capacidad de movilizar mundos enteros, esto es, de poner en escena una abigarrada galería de personajes en los que se expresa un amplio espectro de circunstancias, valores, ilusiones y sentimientos. Todo un universo moral y sicológico halla  fidedigna plasmación narrativa en El primer círculo, con las debidas particularidades del contexto –como está dicho, una prisión en los infames tiempos del estalinismo. Nunca está de más recordarlo: en el régimen estaliniano, epítome de arbitrariedad institucionalizada, discrepar de la línea gubernamental constituía la mayor de las imprudencias, una verdadera locura considerando los peligros que conllevaba el disenso. De modo congruente, los reclusos de la novela vienen a representar un muestrario de actos imprudentes y una muchedumbre de locos admirables, tanto más cuando se los contrasta con la caterva de parásitos cobijados por la maquinaria del estado policial.

Claro está, no conviene simplificar; no es el universo de los zeks de Marfino –profesionales y técnicos en su mayoría- un compendio de virtudes ni un remanso de paz. Como en todo conglomerado humano, y con mayor ocasión tratándose de un presidio, chocan inevitablemente los temperamentos e intereses y afloran rivalidades y rencillas. La principal fuente de discordia son los chivatos: uno de cada cinco presidiarios ha sido reclutado por la autoridad penitenciaria para la vil función del espionaje interno, de modo que ni siquiera entre sus pares, víctimas por igual de la iniquidad, pueden ellos sentirse a sus anchas. Instilado el veneno de la sospecha y la desconfianza recíprocas, el aspecto pacífico de la sharashka oculta una guerra subterránea; el escarnio del sistema o un desaire al chivato pueden acarrear el retorno a la muerte lenta de los campos de concentración. Por demás, la prisión reproduce a escala la atmósfera paranoica y moralmente retorcida del régimen, en lo que resulta un fiel reflejo de la personalidad del tirano. Ningún acto es inocente, nada se debe al azar. Si un instrumento cualquiera sufre un leve desperfecto, no hay accidente que valga como explicación: por fuerza ha debido intervenir la mano negra del sabotaje, y no descansará el chequista de turno hasta encontrar al verdadero y necesario culpable –entre tanto enemigo del pueblo, siempre se hallará una cabeza de turco. Y qué decir de las investigaciones llevadas a cabo en el lugar. Es época en que el discurso oficial atribuye cuanto avance tecnológico y científico exista en el mundo al genio soviético, estigmatizando el reconocimiento de las innovaciones occidentales como “servilismo al extranjero”. Se produce entonces el caso grotesco de que las publicaciones científicas extranjeras utilizadas en Marfino, que en Occidente son de libre disposición, aquí son celosamente guardadas como secreto de estado; la convención dicta que en la ciencia soviética sólo se emplean modelos patrios.

No es un mundo en blanco y negro el de Marfino, ni siquiera en lo que concierne a los carceleros. No todos entre ellos son igualmente malvados o despreciables; los hay de natural bondadoso, tal que parecen caídos por triste albur en el oficio. Y es un mundo que interactúa, narrativamente hablando, con el exterior, representado por familiares de los presos, de los carceleros y del personal adjunto. La narración comprende episodios que se desarrollan en escenarios alternos, en Moscú y sus alrededores, enriqueciendo una paleta abundante en colores y matices humanos, y sin sacrificio de la ilación. Hábilmente engarzada en la corriente narrativa, aflora por un instante la personalidad de Stalin, fiera envejecida pero todavía capaz de dispensar dentelladas. Solzhenitsyn pinta un retrato irónico del tirano, mucho más eficaz que si fuera una diatriba encendida.

Entre los numerosos personajes destacan los protagonistas indiscutibles de la novela, Gleb Nerzhin y Lev Rubin. Es de suponer que en el primero de ellos ha vertido Solzhenitzyn algunos de sus rasgos personales; el segundo es un retrato velado de Lev Kópelev, filólogo y disidente tardío a quien Solzhenitsyn conociera en la propia prisión de Marfino. Nerzhin es un matemático intelectualmente díscolo y políticamente insumiso, renuente a claudicar del derecho a la autonomía personal. En un tono que se nos antoja muy ruso, gusta de sumirse en charlas inspiradas o en apasionadas discusiones –sobre  lo humano y lo divino- con sus compañeros de reclusión; su idealismo es garantía de un mal pasar en un entorno como el que lo rodea. Por su parte, Rubin, de barba de pirata, es el mejor amigo de Nerzhin en la sharashka. Filólogo y comunista convencido a pesar de que el régimen lo ha privado injustamente de su libertad; su obcecación ideológica, empero, no le impide aborrecer a los carceleros. Es un polemista vehemente y altanero que jamás acepta los puntos de vista de sus interlocutores, a pesar de lo cual resulta bastante simpático. La caracterización de Rubin/Kópelev por el escritor es impagable: «Rubin no podía existir sin amigos, se ahogaba cuando le faltaban. La soledad era para él insoportable hasta el punto que ni siquiera permitía que sus ideas madurasen únicamente en su cabeza, de modo que apenas encontraba media idea corría a compartirla. Toda su vida había sido rico en amigos, pero en la cárcel se daba el caso de que sus amigos no eran sus correligionarios, y sus correligionarios no eran sus amigos».

Junto a ellos destacan personajes como los que siguen: Dmitri Sologdin, un apuesto ingeniero de origen aristocrático, talentoso y un tanto extravagante; aún es joven pero ya cumple doce años de reclusión. Es adalid de lo que llama el Lenguaje de la Claridad Máxima: su brillante conversación está salpicada de términos que juzga vernáculos, en reemplazo de lo que considera palabras de origen extranjero (“palabras ornitológicas”, las denomina: se niega por ejemplo a decir “capitalismo” cuando lo correcto viene a ser “gran monetarismo”). El entusiasta Valentin Prianchikov, ingeniero de viva inteligencia pero de aspecto algo infantil, falto además de apostura, por lo que sus pares no lo toman demasiado en serio.  Spiridon Yegorov, un rudo campesino que en la cincuentena está casi ciego y es reo del delito de haber sido prisionero de los alemanes; portero y aseador de la sharashka, ha trabado una impensada amistad con el culto Nerzhin –quien inicialmente se dirigiera a él en una típica muestra del “acudir al pueblo”, esa tradición tan rusa-. El joven Rostislav “Ruska” Doronin, que se ha enamorado de una empleada, Clara Makaryguina, chica recién salida de un instituto técnico e hija de un importante fiscal. Ruska es un temperamento inquieto y aventurero, refractario al disciplinamiento y la legalidad: a los veinte años era buscado por todos los organismos de seguridad, y a los 23 es un zek y un técnico en Marfino; leal con sus compañeros, tiene la desgracia de que los jefes se han fijado en él como candidato a chivato. Innokenti Volodin, el del llamado telefónico, el diplomático cuyo arrebato desata la voracidad de los hombres lobo…  No es un universo exclusivamente masculino. Cabe resaltar, por ejemplo, a la mencionada Clara, joven nacida en cuna de plata; asustada al principio por tener que trabajar rodeada de zeks, muy pronto pudo advertir que  estaban lejos de  ser los feroces “enemigos del pueblo” y “perros del imperialismo” descritos por sus superiores. Serafima Vitalievna, Símochka, menuda y nada agraciada mujer, también colaboradora externa del instituto-prisión (y oficial del MGB, Ministerio de Seguridad del Estado, como todos los trabajadores libres de Marfino); está perdidamente enamorada de Gleb Nerzhin. Nadia, la mujer de Gleb, que sufre y languidece como tantas esposas en el país del Gulag.


Más allá del valor testimonial y denunciatorio de la novela, su valor literario la hace por sí misma recomendable. Está construida al modo clásico, el del eterno realismo –Solzhenitsyn es de hecho deudor del gran modelo tolstoiano-, con tan sólo algunos despuntes de modernidad: unas pocas regresiones temporales y algunos diálogos de voces polifónicas, como en representación del barullo propio de una multitud. La prosa es austera y vigorosa, animada por vívidas descripciones y cuajada de diálogos intensos. La alternancia de escenarios y el paralelismo de las situaciones se suman al sobresaliente modelado de los personajes, haciendo de la lectura de El primer círculo una experiencia sobrecogedora y emocionante. Posiblemente sea en los personajes donde resida el mayor mérito artístico de la novela. Es tan verista y tan consistente su dibujo que parece que los conociéramos de toda la vida. Nos conmueve en particular la entereza de los reclusos y empatizamos con su infortunio; cómo no, tratándose de vidas quebradas por un régimen de pesadilla, verdadera afrenta de la humanidad.

lunes, 25 de agosto de 2014

Trilogía de las Cruzadas de Jan Guillou



TRILOGÍA DE LAS CRUZADAS de Jan Guillou

En el año de gracia de 1150 nace Arn Magnusson en la finca de Arnás, a orillas del lago Vánern, en la tierra de Gótta. Es hijo de Sigrid y Magnus, ambos de importantes estirpes emparentadas con los linajes reales noruegos y suecos. Arn es acogido por los monjes cistercienses en el monasterio de Varnhem, donde recibe la mejor educación espiritual y terrenal de su época. Aprende también a manejar el arco y la espada, ya que los religiosos han comprendido que su destino probablemente no sea el de convertirse en hermano del monasterio, sino que será de mayor utilidad como soldado de Cristo y defensor de la fe en Tierra Santa. Ajeno a estos planes, Arn regresa a casa a los diecisiete años y se ve envuelto en las intrigas de los pretendientes al trono de una Suecia destrozada por las luchas por el poder. Tras su vida en el monasterio se encuentra también por primera vez ante la mujer, el deseo y el amor. Dos hermanas encienden su llama, un crimen que según la ley godo-occidental exige el mayor de los castigos: la Iglesia condenará a Arn a convertirse en caballero templario en Tierra Santa.»

Este libro, como habréis podido adivinar por el título de «Trilogía de las Cruzadas», se compone realmente de tres, aunque haya sido editado también en un solo tomo recopilatorio (el que yo tengo y comento). Aun así expondré un breve comentario de cada uno de los tres libros que componen la saga:

Trilogía de las Cruzadas Vol I: Del Norte a Jerusalem.

Empezaré diciendo que es una novela muy entretenida, pero que tiene una cosa que no soporto ya en la novela histórica: el protagonista es un niño superdotado y demasiado «repelente-perfecto», siendo siempre el mejor en todo lo que hace y aprende, la mejor persona, el más piadoso y amable y así podíamos continuar la lista de virtudes mientras tratamos de buscar algún defecto (¿vale que de tan bueno que es lo toman por tonto?). Y es que esta perfección está casi predestinada desde que es pequeño, cuando se salva de la muerte gracias a las plegarias de su madre a San Bernado de Claraval (uniendo así el destino del niño al de los templarios, de quienes San Bernardo fue uno de los principales impulsores). Os diría que el autor se enamoró del personaje y, la verdad, veo difícil que la gente pueda sentirse identificada con él.

Unido a este repelente protagonista hay una igualmente perfecta protagonista femenina que, por una traición y un engaño, se ve separada de su amadísimo Arn, el cual es enviado a Tierra Santa por veinte años para que purgue su pecado (pecado del que, como es tan perfecto, encima no tiene culpa y es sólo un engaño, pero como es tan bueno asume la expiación sin rechistar). Mal empezamos, ¿no?

Aun así, la parte política y de ambientación es muy buena y estando ambientado este primer volumen en la Europa nórdica gana muchos enteros, con las luchas por el control de la zona en las que el protagonista se ve envuelto por su amistad con uno u otro noble.

En fin, si se pasa por alto lo pelmazo que puede llegar a ser Arn, es una recomendable novela histórica sobre la Edad Media en el norte de Europa.

Trilogía de las Cruzadas Vol II: El Caballero Templario

Muy buena novela histórica sobre las Cruzadas, que trata justo sobre la época de la película El Reino de los Cielos e incluso tenemos al «verdadero» Balian de Ibelin en algún capítulo (haciendo lo que históricamente se supone que hizo y no lo que a Ridley Scott le dio la gana). Y no es el único conocido que veremos. Al final de la novela tiene una memorable aparición un caballero inglés llamado… sir Wilfredo de Ivanhoe… al que el protagonista (como es tan perfecto) derrota en una justa y le da consejos sobre como comportarse y mejorar su estilo en el futuro.

Decir que me gustó mucho más que la primera parte; aquí Arn, aunque sigue atufando a super bueno y perfecto, es ya un veterano templario en Tierra Santa que tiene que enfrentarse al auge de Saladino y no duda en chafar cabezas con su maza o decapitar sarracenos pese a que, claro, como es tan bueno y perfecto, en el fondo sólo busque la paz y sea bastante tolerante con el Islam mientras no haya guerra.

Lo más negativo es que tenemos a su amada esperándolo confinada en una abadía, y de vez en cuando tenemos que tragarnos capítulos intrascendentes sobre como le van las cosas a ella en la abadía y lo lista y buena que es, ya que hace que todo mejore pese a lo malas que son las superioras con ella.

La ambientación sigue siendo lo mejor, aunque la acción tampoco es que esté mal conseguida.

Protagonista aparte, buena novela sobre las Cruzadas.

Trilogía de las Cruzadas Vol III: Regreso al Norte.

Repito: odio este tipo de personajes, pero al menos éste cuando se enfunda la armadura y saca la espada y la maza, masacra sin piedad y se le ve una transformación hacia su lado «más salvaje».

En este último volumen el sufrido Arn, caballero templario, vuelve a casa a reclamar lo que es suyo tras su largo y duro exilio. Como es tan perfecto y noble, la edad solo parece afectar a su pelo, que se vuelve canoso en lugar de rubio, pero no a sus dotes físicas ni mentales. Con casi sesenta años sigue luchando sin ningún problema.

La novela se detiene mucho tiempo en las obras de fortificación de sus tierras, al más puro estilo Los Pilares de la tierra, llenando el libro con paja, historias menores y gastando muchas páginas en el medio que hubiesen estado mejor al final, ya que el final es decente, pero demasiado apresurado y habría quedado más redondo con algunas páginas más.

En fin, muy recomendable para amantes de la Edad Media y los países nórdicos, y para los amantes de la novela histórica, aunque esta sea un poco empalagosa.

La impresión general es muy positiva. Muy bien ambientada y estructurada, y hecha con mucho cuidado histórico, pues pese a que el protagonista es ficticio los hechos en los que participa y los personajes que le rodean son históricos.

Lo peor, lo de siempre. Protagonistas arquetípicos de bondad suprema e historia de amor imperecedero y sufrido hasta el final. Sin esto podía haber sido una saga redonda, pero se queda sólo en aceptable.


Publicado por Vorimir

viernes, 22 de agosto de 2014

Un cuento con lápiz





Un cuento con lápiz

El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado le preguntó:

- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?

El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:

- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.

El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:

- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?

El abuelo le respondió:

- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.

Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.

Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.

Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.

Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.

Quinta cualidad: Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.

Como el lápiz, podemos tener estas cualidades.

A diferencia del lápiz, podemos decidir qué cualidades desarrollar.

Tenemos un ser con vocación de expresarse. 

Tenemos la facultad de elegir.


sábado, 16 de agosto de 2014

En el camino de la vida




EN EL CAMINO DE LA VIDA

Cuando cortas una flor para ti, 
comienzas a perderla...
porque marchitará en tus manos
y no se hará semilla
para otras primaveras.

Cuando aprisionas un pájaro para ti,
comienzas a perderlo...
porque ya no cantará
para ti en el bosque
ni criará otros pichones
en su nido.

Cuando guardas tu dinero
comienzas a perderlo...
porque el dinero no vale por si,
si no por lo que con él se puede hacer.

Cuando no arriesgas
tu libertad para tenerla,
comienzas a perderla...
porque la libertad que tienes se confirma
cuando decides y eliges.

Cuando no dejas partir a tu hijo hacia la vida,
comienzas a perderlo...
porque nunca lo verás
volver a ti, libre y maduro.

Recuerda siempre : No existe precio
por la Libertad. Pero si, una bellísima 
recompensa para quien la utiliza con
grandeza de alma ...

Tener para siempre, junto a ti la Fidelidad de aquellos
que libres de los grillos,... se complacen en
ser tus eternos admiradores !
Quien Ama ... Libera con la seguridad
de la vuelta espontánea al abrigo !

Aprende en el camino de la vida
la paradójica lección de la experiencia:
Siempre ganas lo que dejas
y pierdes lo que retienes...