domingo, 14 de diciembre de 2014

Las cuatro estaciones - 16ª parte - La muerte.




LAS CUATRO ESTACIONES

16ª parte



VERANO (3ª parte)



XXIV


La muerte

Hace mucho tiempo que aprendí, que la muerte forma parte de la vida, que es una faceta indisociable de la condición humana. Pero cuando se produce la muerte de un ser querido, sobre todo de forma accidental o súbita, la mayoría de adultos aparte de intentar digerir una situación que para ellos no es poco, se encuentran confusos e incómodos a la hora de comunicárselo a los niños. Incluso dudosos sobre el “Cómo reaccionar”, “Qué decir”, y “Qué hacer”. ¿Cómo responder a cuestiones siempre sensibles y delicadas cuando ellos mismos están muy afectados?, ¿Cómo explicar un tormento que rompe los esquemas a cualquiera?. Es una situación tan difícil que algunos adultos (padres y familiares) intentan incluso evitar el tema, hecho que puede contribuir a generar dudas, temores y confusiones en los niños. Otros recurren a la ayuda profesional ante el sentimiento de incapacidad o temor de abordar el tema. En cualquier caso, para reforzar los vínculos afectivos y ayudar al niño a elaborar su pérdida, sería aconsejable que la persona que lo haga sea alguien querido, de confianza y que posea suficiente información del niño.
Comprender el sentido de la muerte es un proceso largo que transcurre lentamente etapa a etapa. La percepción de la muerte en los niños es modelada por el desarrollo afectivo y de la personalidad del niño y su experiencia vivida. Los diferentes niveles de la percepción de la muerte corresponden normalmente a las distintas etapas evolutivas.
A partir de los 6 años, comienzan a considerar la muerte como un hecho universal, que se muere todo el mundo pero en un determinado orden: Las personas mayores, los abuelos, a continuación los padres cuando serán viejos.
Entre la edad de 6 y 9 años los niños experimentan la pérdida de un ser querido de diferente manera que los adultos. Pueden pasar de la pena a su rutina habitual. Los niños de esta edad también expresan mucho menos sus sentimientos que los adultos. Pueden manifestar temores concretos, (posibilidad de sufrir una pérdida, responsabilidad en lo sucedido por haber pensado o deseado algo en algún momento y de las consecuencias futuras de la ausencia de un familiar cercano).
En la cultura occidental tendemos a tomar la muerte como una tragedia, una pérdida irreparable y penosa. Otras culturas tienen una visión más amplia, tomándola como un cambio necesario. Más que temerle, se la respeta. Por ello, antes de hablar con los niños sobre la muerte debemos poner en claro qué es lo que nosotros mismos pensamos y sentimos sobre ella. Si le tememos, transmitiremos temor, pero si la respetamos y aceptamos, podremos transmitir cosas positivas y a su vez aceptación.
Acostumbramos tratar de proteger al niño de cualquier sufrimiento que consideramos innecesario, pensando que al decirle la verdad no van a entender o se va a confundir. Se le oculta la muerte del ser querido para evitar que sufra. En realidad, privarlo así de una noción clara de lo que está sucediendo lo puede confundir más, permitiéndole incluso que él genere sus propias explicaciones, hasta llegar a culparse por la falta de la persona.
La primera vez que oí hablar de la muerte, fue en 1959, falleció mi abuelo materno Emilio en San Sebastián, llamaron por teléfono una noche a mi madre al único aparato del poblado y se lo comunicaron. Salir del Salto de Millares para ir hasta San Sebastián fue una auténtica odisea. Mi padre llamó a Jover, dueño del taxi existente en el pueblo de Millares, vino a recogernos, viajamos toda la noche hasta Valencia, donde nosotros nos quedamos con nuestros abuelos paternos mientras mis padres continuaban hasta la ciudad donostiarra.
Creo que los adultos no tenemos ni idea de cómo afrontan los niños la muerte, para mí, fue algo irreal, sabes que no volverás a ver al abuelo, pero no sentí la angustia ni la pena que pudo sentir, por ejemplo mi madre, no entendía el concepto de la muerte, del fin, del final, de que todo se acabó, es algo inimaginable.
Recuerdo muy vagamente la muerte del tío Emiliano, era un señor ya mayor, suegro de un compañero de mi padre, vivía arriba del economato y siempre que pienso en el, lo recuerdo con una gorra tomando el sol.





Como era el primer fallecimiento que se producía en el Salto de Millares en toda su historia, fue un gran acontecimiento, no hubo colegio y se suspendió la jornada laboral.
La muerte del tío Emiliano, la recuerdo con humor más que con pena, con aquella edad no eres consciente de lo que significa la muerte, pero los recuerdos son auténticamente jocosos.

Fuimos en procesión todo el poblado hasta la casa donde estaba el fallecido, era la vivienda arriba del economato. Andresico y yo, mi hermano y los mas mayores debían estar en el colegio interno en aquellos momentos, por lo que Andresico y a mi, nos tocó hacer de monaguillos, cada uno con una cruz acompañábamos al párroco Don Antonio a la cabecera del entierro. Como el camino era de tierra y piedras, excepto el trozo del cemento, el féretro a hombros de los hombres mayores, se movía y la tapa parecía que se iba a abrir. Andresico me miraba aterrorizado, los ojos parecía que se le iban a salir de las órbitas y me susurraba…
¡Que se abre, que se abre, que se sale el tío Emiliano!....
Yo miraba de reojo al ataúd por si acaso, tantas veces lo repitió, que hubo un momento que estuve a punto de tirar la cruz y salir corriendo.


Pero esto no fue lo mejor, ya en la capilla, una vez finalizado el funeral y cuando todos se levantaban para salir, la señora Rosa, a la que mi padre llamaba “bocanegra”, comenzó a rezar el rosario, por lo que todos tuvieron que volver a sentarse o ponerse de rodillas, a todo esto Andresico y yo de pie con la cruz en alto junto al féretro cada vez mas aterrorizados no nos podíamos mover del sitio, por lo menos mientras durase el rosario.
La señora Rosa, comenzó:
¡Misterios dolorosos!
Siguiendo con el Padrenuestro, tres Avemarías y él Gloria antes comenzar el primer misterio, los diez Avemarías……así hasta los cinco misterios y la jaculatoria. Todos se levantaron para salir y de nuevo la señora Rosa:
¡Misterios gozosos!
Todos de nuevo al sitio y.….
Padre nuestro que estas en el cielo…..
Esto se fue repitiendo con los otros dos misterios, los Gloriosos y los Luminosos, por lo que un funeral que debía de haber durado como mucho una hora u hora y media, se nos fue a las tres horas y pico, ante el desespero general. La buena señora debió pensar que para una vez que había un entierro en el Salto de Millares, había que aprovecharlo bien, ¡y tanto que lo aprovechó!, ¡parecía que no terminaba nunca!, afortunadamente no hubo más fallecimientos mientras viví en el Salto de Millares.




También recuerdo un hecho que causó gran conmoción en el Salto de Millares y entre todos los niños, la caída del autobús de línea desde los túneles por el impresionante barranco hasta el fondo donde caía la cascada de agua o chorrero, nombre con que le denominábamos coloquialmente. Era el 20 de Mayo de 1958 a las 6 de la mañana, el autobús partía desde el cemento dirección Valencia, a la salida del último túnel, la carretera gira hacia la izquierda, al ser  muy estrecha y el conductor era la primera vez que hacía esta ruta necesitó hacer  una maniobra, el cobrador bajó para ayudarle desde abajo o poner unas piedras en las ruedas para evitar su deslizamiento hacia atrás, esto le salvó la vida, pues el vehículo al hacer la maniobra marcha atrás no se pudo detener y se precipitó  hasta el fondo del barranco. Falleció el conductor y un matrimonio padres del Sr. Pardo que habían estado unos días de visita. Nunca se conoció la causa del accidente, avería mecánica o error del conductor.

Los cuerpos de los tres fallecidos fueron guardados en el garaje/almacén situado en la curva del bar, antes de llegar a la casa del médico hasta la llegada de los vehículos para su traslado. Esta curva se convirtió en maldita para los niños, cuando anochecía por allí no pasábamos ninguno si no éramos acompañados, atajábamos por un camino que partía desde la escalera de subida al bar y salía ya pasada la casa del médico, no pasábamos miedo y acortábamos el recorrido. Algunas veces bajábamos en grupo, cuando llegábamos a la altura de la puerta del garaje los mayores comenzaban a correr y los pequeños nos teníamos que espabilar para no quedar el último del grupo, ¡¡que miedo pasábamos!!.

Este hecho por sí solo ya fue bastante trágico, pero lo que más recuerdo fue las consecuencias que además causó y las casualidades trágicas de la vida. La noche anterior al accidente, el conductor que era la primera vez que venía al Salto de Millares, tuvo una fuerte discusión con la mujer (el nombre lo voy a omitir) de un compañero de mi padre, parece ser que no le habían traído un encargo que había hecho en el viaje anterior, la discusión fue a más y la señora le dijo al conductor "ojalá te mates mañana", durante un tiempo y principalmente por la noche, los gritos de la mujer se oían por toda la calle, tal era el pesar y los remordimientos de la pobre mujer que el marido tuvo que pedir el traslado y abandonar el Salto. Las casualidades y la mala uva de la vida.




La muerte pasó cerca, rozando a mí hermano Vicente, tenía nueve años, por tanto yo siete. Le comenzó a doler el costado, unido a un estreñimiento muy agudo, estuvo casi un mes en cama sin que el médico Don Antonio diera con la enfermedad, mi madre continuamente le preguntaba por la apéndice y el la descartaba. Se vivieron horas muy preocupantes y al final se tomó la decisión de trasladarlo a Valencia. Se instaló un pequeño colchón en el Jeep del servicio de la central y marcharon hacia Valencia con mis padres, mis hermanas pequeñas y yo quedamos al cuidado de Maria Jesús.
En el Hospital General Sanjurjo (hoy Peset Aleixandre), le diagnosticaron una peritonitis y dijeron que lo llevaran a morir a casa, pues no tenía solución. Gracias a las influencias de mi tío Esteban en el arzobispado de Valencia (con la historia de mi tío se podría escribir una novela), consintieron en ingresarlo y fue operado por el médico militar Dr. Julver. Antes de la operación mi tío le dio a mi hermano a beber agua de la Virgen de Lourdes, a pesar de la prohibición de tomar nada, y el milagro ocurrió, sin duda gracias a las manos de doctor y porqué no, mis padres siempre tuvieron el convencimiento que algo tuvo que ver la Virgen.
Estuvo mas de seis meses, ingresado, mi padre regresó una vez pasado el peligro, pero mi madre permaneció todo este tiempo en Valencia. La vuelta de mi hermano, significó un acontecimiento en el Salto de Millares, salieron todos los vecinos a recibirlo al autobús y recuerdo la envidia que me daba ver lo importante que mi hermano se había convertido, incluso deseaba que me pasara lo mismo, claro con siete años que idea va a tener un niño de la auténtica realidad vivida, tanto por mis padres como de mi hermano.
Muchos años mas tardes, padecí y comprendí el auténtico significado de la muerte, de la separación definitiva y sin remedio de una persona querida, mi padre, y más tarde…


Final de la 16ª parte

jueves, 11 de diciembre de 2014

En el café de la juventud perdida de Patrick Modiano




En el café de la juventud perdida de Patrick Modiano

París, años 60. En el café Condé se reúnen poetas malditos y estudiantes fascinados por la bohemia parisina. Y aunque la nostalgia de aquellos años perdidos parecería ser el tema central de la novela, Modiano le da un giro sorprendente. Porque “En el café de la juventud perdida” es también una novela de misterio. Todos los personajes, todas las historias, confluyen en la enigmática Louki. Cuatro hombres nos cuentan sus encuentros y desencuentros con la hija de una trabajadora del Moulin-Rouge. Algunos la buscan, otros la aman, y para casi todos ellos la chica encarna el inalcanzable objeto del deseo.

Una novela que gira entorno a un personaje, una mujer, renombrada como Louki, a quien conoceremos a través de la visión que tienen de ella otros personajes que en algún momento se cruzaron en su vida y en quienes dejó huella. Estos hombres, a modo de narradores, relatan como la conocieron y como piensan que era, por tanto muchos de los datos que sabremos serán suposiciones, pero nos servirán para profundizar en la compleja personalidad de esta misteriosa joven.

La historia se desarrolla en el París de los años 60. El café Le Condé representa un lugar de encuentro para gentes que vivían a la sombra de la literatura y de las artes, un refugio contra todo lo que preveían que traería lo gris de la vida, donde algunos dejarían una parte de sí mismos, seguramente la mejor. Aquí es donde Louki, una joven sin raíces en la vida, sola en el mundo, se refugia como si quisiera huir de algo o escapar de un peligro. Ha roto con toda una parte de su vida, siente la necesidad de respirar aire libre y quiere poner fin a su soledad. Se siente sorprendida cuando descubre que era algo permitido eso de confiarse, de hablar de uno mismo. Cuando se da cuenta que alguien, enfrente de ti, se interesa por lo que haces y dices. Estaba tan poco acostumbrada a una situación así que no encontraba palabras para contestar.

Su infancia y adolescencia son claves para conocer su personalidad, que denota tristeza, y en parte la sabremos a través de su propia narración, porque ella también es narradora de uno de los capítulos. Este hecho me ha sorprendido bastante porque el libro dividido en capítulos, sin número ni título, comienza con un primer narrador, un estudiante que es quién primero nos habla de ella, en el segundo capítulo el siguiente narrador es un hombre que se hace pasar por editor, pero en el tercer capítulo es ella misma la narradora, y se rompe esa estructura de ser otros personajes quienes son el hilo conductor de la narración. Para volver en el cuarto capítulo a ser otro personaje, Roland, el narrador. Pero si nos olvidamos de la forma, lo importante es el conjunto y como cada uno de los personajes que van apareciendo son parte esencial para meternos en la piel de Louki y compartir con ella su búsqueda de identidad. Incluso los que apenas aparecen, como un librero que forma parte de una etapa de su vida y que siempre le decía: “¿Qué? ¿Encuentra algo que la haga feliz?.

Aunque, como le sucede al estudiante, muchas preguntas se me han quedado sin respuesta.

Me ha gustado esta novela por el estilo narrativo de Modiano, callejear por las calles de ese París bohemio de los años 60, y la sensación de nostalgia y melancolía que transmite, así como ese haz de misterio que me ha mantenido en vilo hasta el final.


Algunas frases del libro:


“Según iba cayendo el día, se convertía en el punto de cita de eso que un filósofo sentimental llamaba la juventud perdida.”

“Siempre he creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las inmediaciones. Y eso de forma imperceptible, sin que te lo malicies siquiera. Basta con una calle en cuesta, con una acera al sol, o con una acera a la sombra. O con un chaparrón. Y te llevan a ese lugar, al punto preciso en el que debías encallar.”

“Creo que no leíamos esas obras de la misma forma. Ella tenía la esperanza de descubrir un sentido a la vida en ellas, mientras que a mí lo que me cautivaba era la sonoridad de las palabras y la música de las frases.”

“Cuando de verdad queremos a una persona, hay que aceptar la parte de misterio que hay en ella... Porque por eso es por lo que la queremos.”

“A veces se te oprime el corazón cuando piensas en las cosas que habrían podido ser y que no fueron.”

“A veces, nos acordamos de algunos episodios de nuestra vida y necesitamos pruebas para tener la completa seguridad de que no lo hemos soñado.”



Patrick Modiano, Nobel de Literatura 2014


miércoles, 10 de diciembre de 2014

El redentor de Jo Nesbo





El redentor de Jo Nesbo

En pleno centro de Oslo, durante la celebración de un concierto navideño, un inocente cae abatido a manos de un pistolero que parece haber errado el tiro. Sin móvil aparente, sin sospechoso y sin arma homicida, el inspector Harry Hole deberá enfrentarse a uno de los casos más desconcertantes de su carrera. Pero pronto la situación dará un temible vuelco: el asesino parece empeñado en saldar su error dando con su auténtica víctima. La ciudad se convertirá entonces en un inmenso tablero en que asesino y policía jugarán una partida a contrarreloj. ¿A quién persigue realmente el criminal? ¿Qué relaciona su sangrienta misión con el rapto de una niña doce años atrás? A medida que el cerco sobre el volátil homicida se vaya estrechando, Hole irá tomando conciencia de que cada segundo puede llegar a contar más que toda una vida.

A pesar de que Jo Nesbo es un autor reconocido de novela negra no había leído nada de él. Hay tantas publicaciones y tantos autores que alguno se escapa. De todos modos es un escritor al que le había echado el ojo.

Esta pequeña introducción sirve para  remarcar que no he leído nada de esta serie. No tengo referencias de su personaje principal, Harry Hole, más que las que he adquirido con la lectura de “El redentor“.  No sé si este es el mejor libro de Jo Nesbo, si supone una evolución en su manera de escribir, si implica que su alter ego literario dé un paso más en su carrera o es una muestra de que se ha estancado. Son aspectos que no me importaban, sabía perfectamente que me estaba comprando un libro perteneciente a una serie -podéis ver aquí la entrada que hicimos hablando de la serie- que ya tenía detrás de sí varios libros algunos de ellos ya publicados en español. Pero confiaba en que su autor dotara  a la historia la independencia suficiente para poder leer y disfrutar de él sin necesidad de conocer qué había pasado antes.

En las primeras páginas nos encontramos con diversos personajes que serán importantes. Pero lo primero es retroceder en el pasado. A un precioso día de agosto en un campamento de la Iglesia de la salvación. Allí está Jon y Robert Rikard, dos hermanos adolescentes. Y una niña de catorce años que es violada pero no sabemos por quién.

Con un pasado también muy turbulento crece un joven asesino, que conoce la muerte de cerca durante la guerra de Yugoslavia. Con el tiempo será llamado el “Redentor” y cobrará por matar a quien quizá lo merezca.

Ya en el presente la novela transcurre en diciembre, cerca de las vacaciones de Navidad. Es una etapa de la vida de Harry Hole llena de cambios. Su jefe se ha retirado dejándole un reloj con un tic tac muy fuerte, y tiene uno nuevo que posee un peculiar estilo de trabajar y que consiste en aderezar sus enseñanzas con antiguas batallas militares. Su vida privada es solitaria, hace poco se acabó la relación que mantenía con su antigua novia que se ha buscado un médico guapo como sustituto. En su trabajo las cosas están un poco tirantes,  sigue manteniendo su baja tasa de popularidad después del lío de la investigación de la corrupción policial aunque conserva la amistad y el apoyo de sus más fieles compañeros.

En estos momentos está investigado la muerte de un joven drogadicto que parece un suicidio. Esta investigación nos permitirá entender un poco a Harry, un policía incapaz de dejar las cosas correr, que se fija en los pequeños detalles, en las incongruencias de las pruebas y que no descansas hasta saber la verdad, por muy dolorosa o injusta que sea. También nos permite entrar en el particular mundo de la Iglesia de la Salvación, una organización cerrada, con cierto carácter militar y que tiene como fines ayudar al necesitado.

Después de una introducción un tanto larga, llegamos al asesinato principal. El joven Robert Rikard es asesinado en medio de la calle cuando ayudaba en un concierto del Ejército de Salvación. Cuando llega Harry y su equipo a la escena del crimen, se dan cuenta de que ha sido obra de un profesional. Al poco descubren que parece que el asesino se ha equivocado de víctima, pues Robert muy parecido físicamente a su hermano lo sustituyó en el concierto en el último momento. Todo parece indicar que Jon es el verdadero objetivo y ahora que el sicario sabe que ha fallado está decidido a cumplir con su trabajo pase lo que pase, no  se detendrá hasta matarlo.

A partir de esta trama se va abriendo un abanico de posibilidades. Vemos por un lado todo lo que tiene que hacer nuestro asesino del este para sobrevivir al clima de Oslo,  mientras intenta cumplir su trabajo. Por otro lado está Harry que intenta desentrañar todo el lío que hay detrás. Lo más fácil sería coger al sicario, y listo pero él quiere saber por qué es tan importante que Jon muera, qué tiene el joven para que alguien haya pagado a un asesino del este para matarlo. No le sirven las explicaciones fáciles.

Harry Hole representa como nadie la ciudad de Oslo, atractiva pero llena de peligros. En esta etapa de su vida, no cuenta con el apoyo de su antiguo jefe, que siempre lo protegió; sigue dándole vueltas a la muerte de su compañera y al triste final de Tom Waaler, ese policía corrupto que casi acaba con él. No tiene el apoyo de Rakel, la mujer a la que aún sigue amando que decidió que era incapaz de soportar las bajas profundidades a las que descendía Hole de vez en cuando.  Todo estos defectos son las grandes virtudes de este personaje que se hace grande en su afán de saber, de conocer, de desentrañar la verdad por muy injusta que sea.  Tiene un sentido del honor, de la lealtad a los grandes ideales que le hicieron ser policía que hace que arremeta contra todos aquellos que se interponen en su camino sin darse cuenta que su peor enemigo es él mismo.  Su lucha contra la bebida parece ganada pero este caso necesita regarlo con mucho alcohol que estamos a temperaturas bajo cero y hay que calentar el alma, que se rompe definitivamente en pedazos cuando desaparece uno de los pilares que lo había mantenido cuerdo durante mucho tiempo, porque gracias a sus peculiares manera podía permitirse alejarse de los fantasmas del pasado al menos durante unas horas.

Un personaje muy bueno que brilla cuando las cosas se ponen complicadas.

Si de Harry no podemos decir nada malo de la trama de intriga tampoco. Va a una buena velocidad aunque a veces se alargue es exceso en determinados momentos.  Me ha gustado mucho el desarrollo de toda la historia porque no ves venir el final. Sabes al igual que Hole que en toda la historia hay algo que chirría pero no eres capaz de entender de dónde está el problema. ¿Estamos ante una venganza, un amor no correspondido, o algo más vulgar como la simple avaricia?  ¿Por qué cuándo algo parece claro surge un muerto que lo complica todo?

En definitiva nada es sencillo, y aquí radica la magia de este libro que nada es lo que aparenta ser, ni siquiera su propio protagonista, que se empeña una y otra vez en caerse del pedestal al que lo hemos subido por sus buenas acciones. Lo que creemos correcto resulta que no es, y lo que es malo resulta que al final es bueno. Así no hay manera de escapar de la historia porque cuando empiezas necesitas saber qué hay detrás de todo, necesitas conocer por qué en esta ciudad blanca por la nieve y que está respirando un alegre aire navideño sus habitantes viven rodeados de muerte, violencia, avaricia, venganza y mentiras.

Destacar la ambientación tan cuidada. Se nos habla de la ciudad, de sus calles, de los cafés, de las zonas más populares pero también de las peores, de aquellas que representan lo más “desagradable” de Oslo. La ciudad se presenta a simple vista como un hermoso y  muy frío – están a muchos grados bajo cero – lugar para vivir. Pero basta con rascar un poco esa pátina blanca y reluciente para ver que debajo no hay belleza.  Sin duda Oslo es un personaje más.

El redentor es un libro que me ha gustado mucho. La trama es muy buena, y todo está hilvanado con soltura, de modo que la mejor puntada la deja para el final. La  única pega quizá sea su propia extensión, quinientas cincuenta páginas, son muchas páginas, pero por suerte se leen muy bien porque la manera de narrar de Jo Nesbo es excelente, y eso que hay pequeños altibajos en algún que otro momento.


 Sin duda un libro que vale la pena leer. Totalmente recomendado.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Carta de Abraham Lincoln al maestro de su hijo



Carta de Abraham Lincoln al maestro de su hijo

 “Querido profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada egoísta hay un generoso. También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias.
Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda de la satisfacción.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos.

Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.

Que crea en sí mismo y sus capacidades, aunque quede solo y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos.

Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por si mismo.

Enséñele a sonreír y mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solito. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda.


Abraham Lincoln, 1830