miércoles, 24 de octubre de 2012

“Historias ocultadas del nacionalismo catalán” por Javier Barraycosa





“Historias ocultadas del nacionalismo catalán”

Por Javier Barraycoa

 LA TRADICIÓN INVENTADA

El catalanismo, con apenas un siglo de historia, pretende encarnar el alma de una Cataluña casi milenaria, reconfigurando no solo la historia de Cataluña, sino la del propio catalanismo». Lo escribe el investigador barcelonés Javier Barraycoa en la introducción de su libro «Historias ocultadas del nacionalismo catalán», en el que desmonta los mitos con los que se ha construido un relato para justificar su pretensión de iniciar, como declaró en la celebración de la Diada Artur Mas, presidente de la Generalitat, su «transición nacional catalana» y convertirse en un país al margen de España. Estos son algunos de los aspectos históricos y sociales que Barraycoa aclara:

UN CATALANISMO, CON ESPAÑA DE «NACIÓN», ALEJADO DE LA SOCIEDAD

En los primeros capítulos de su libro, Barraycoa recuerda que «por lo común, para cualquier republicano federal catalán del siglo XIX, siempre regía el lema: “Cataluña es la Patria y España la Nación”». Y prosigue: «Un catalán en la onda del federalismo, Juan Illas Vidal, [...] en su obra titulada “Cuestiones catalanas, Cataluña en España” (1855), propone: “La unidad nacional es un sentimiento político fundamental común a todos y vivo en cada uno: formadlo si no existe, y no temáis el provincialismo”».

Además, Barraycoa afirma que «los primeros catalanistas reconocían que el catalanismo era algo alejado de la realidad social de Cataluña». Así lo explica: «Otro fenómeno psicológico y sintomático del catalanismo es que, nada más emerger, adoptaron la conciencia de estar en crisis. Uno de los personajes más curiosos y olvidados de los primeros años del catalanismo fue José Pella Forgas. [...] En 1906 escribía una obra hoy poco conocida y titulada “La crisis del catalanismo”. Uno de los puntos de interés de este libro es constatar cómo los primeros catalanistas eran conscientes de que el catalanismo surgía como algo alejado de la realidad social de Cataluña. [...]

La crítica estaba dirigida a todos aquellos que volcaban sus energías en redescubrir la cultura catalana pero que no tenían la más mínima intención de proyectarla políticamente. Sospechaba que así nadie les seguiría. Un poeta catalanista, Joaquín Folguera Poal, se quejaba: “La falta de conciencia nacional es uno de nuestros ridículos. En la esfera de los intelectuales tampoco hay mucha dignidad de raza. Mucho ruido y pocas nueces. Mucha ferralla literaria y poca consistencia política”. Los primeros catalanistas no entendían por qué la mayoría de catalanes no eran catalanistas y por qué les costaba tanto despertar en ellos la conciencia nacional».

EL CATALÁN, UNA LENGUA HABLADA DURANTE EL FRANQUISMO

«Poco a poco, los nacionalistas más radicales han conseguido introducir la expresión “genocidio cultural” para describir la situación del catalán durante el franquismo», sostiene Barraycoa. A lo largo de varios capítulos, recopila obras de teatro, poesía, certámenes, premios y editoriales escritos en catalán durante el franquismo. Contra los argumentos de ese nacionalismo más exacerbado, escribe:

«Un libro ecuánime, escrito en catalán, que no revela un resentimiento especial hacia el franquismo, es el de Albert Branchadell titulado “L’aventura del catalá”. El autor reconoce que el franquismo no puso en peligro la literatura catalana y que aunque hubo represión, “lo que sí es cierto es que las dificultades del catalán durante el franquismo fueron de más a menos: la política linguística del regimen se fue relajando con el paso del tiempo, paralelamente a su liberación en general. [...] Si uno piensa lo que pasó con el catalán, no se diferencia mucho de la situación del castellano en la actual Cataluña», critica Barraycoa.

COMPANYS Y MACIÁ, DOS MITOS DEL NACIONALISMO MUY ESPAÑOLISTAS

«Maciá, uno de los iniciadores de ERC, pasó de ser un apasionado españolista, a un apasionado nacionalista», escribe Barraycoa. A Lluís Companys, presidente de la Generalitat durante la Guerra Civil, le define como «hiperespañolista» que «buena parte de su vida no fue catalanista, las circunstancias le arrimaron al catalanismo y la historia lo convirtió en un mártir del independentismo». De él narra lo siguiente: «Otro caso de evolución política más que significativo es el del ahora tan venerado Lluís Companys. Por aquella época, uno de los corresponsales en Cataluña del ABC era Juan Pujol. Era amigo de Companys mucho antes de que alcanzara la presidencia de la Generalitat y recuerda que nunca —de joven— se le conoció la más mínima afición catalanista».

En cuanto a Maciá , «un coronel del Ejercito español, monárquico empedernido» que «llega a transformarse en el líder e icono del separatismo catalán», reproduce la evolución de sus proclamas, recogidas en el Diario de sesiones del Congreso de los Diputados. En 1907 hablaba de una «España grande y noble» y aseguraba que «Cataluña no es separatista ni quiere serlo». En 1918, el mensaje variaba: «Solamente os digo que nosotros queremos formar una nacionalidad catalana libre e independiente». En 1923, se radicalizaba: «El dilema es el siguiente: o nosotros continuamos bajo la opresión del Estado opresor, del Estado centralista, en una esclavitud moral, peor cien veces que la material, o vamos a la violencia».

GUERRA DE SUCESIÓN Y LOS MOSSOS D'ESCUADRA COMO «BOTIFLERS»

Barraycoa apunta que «la Guerra de Sucesión se interpreta desde los ámbitos del nacionalismo como una guerra de Castilla contra Cataluña donde algunos catalanes, los “botiflers” —uno de los peores insultos políticos que uno puede recibir en Cataluña—, traicionaron a Cataluña. En ningún momento los nacionalistas reconocen que fue una guerra de disputa dinástica, donde los catalanes, al igual que los castellanos, lucharon por el Rey de España». Sin embargo, el autor aclara que «si bien, indudablemente, buena parte de Cataluña se posiciona con el Archiduque Carlos, también muchos catalanes estaban a favor de Felipe V y hubieron de sufrir una persecución atroz por parte de otros catalanes».

Otro de los epígrafes de esta nueva publicación remite al origen «botifler» de los Mossos d' Escuadra, la policía autonómica de Cataluña: «Este cuerpo policial pretende ser una continuacó³n de los antiguos Mossos, cuya historia conviene recordar. El fundador de los Mossos d’Escuadra fue Pedro Antonio Veciana, un felipista no muy destacado pero que consiguió hacer una pequeña fortuna pertrechando al ejercito de Felipe V.  El cuerpo de los Mossos fue suprimido en 1868, y no por un madrileño, sino por un catalán: el General Prim. La excusa fue económica. Pero detrás se escondía otro motivo: el carácter monárquico de los Mossos, que los convertían en sospechosos conspiradores monárquicos tras la caída de Isabel II».

LA ZARZUELA, ÉXITO EN BARCELONA

Barraycoa alude a la obra «La cultura del catalanismo», en la que Joan Lluís Marfany «realiza una recopilación de datos sobre la enorme difusión que tuvo la zarzuela en Cataluña a finales del XIX». En ella concluye: «Era el espectáculo preferido de la mayoría de catalanes». Así describe la situación en uno de sus capítulos: «Hubo una época, entre los años veinte y treinta, en que las zarzuelas se estrenaban antes en Barcelona que en Madrid, como es el caso de las composiciones de Sorozábal “Katiuska” o “La tabernera del puerto”. [...] Sin embargo, hoy es prácticamente imposible asistir a una representación del género chico en la ciudad condal. Ahora bien, si uno quiere asistir a obras de teatro en catalán subvencionadas y de lo más extravagantes, no encontrará ningún problema.

martes, 23 de octubre de 2012

La historia no perdona mitos




LA HISTORIA NO PERDONA MITOS

Soy un barcelonés de 30 años que, como mi generación, creció con el Club Súper 3, el Tomàtic, la Bola de Drac, la Arare, Sopa de Cabra, Els Pets, Els Caçafantasmes, “Regreso al Futuro”… Veíamos la predicción del tiempo en la TV 3, con los dibujos de soles y nubes sobre un mapa de los Países Catalanes.

En la escuela nos explicaban la historia de las cuatro barras, pintadas por el emperador franco con la sangre de Wilfredo el Velloso sobre un escudo o tela de color amarillo-dorado: así nació nuestra bandera la Senyera. Los domingos por la mañana bailábamos sardanas en la plaza de la Iglesia, y daba gozo ver en un mismo círculo a los abuelos y los nietos, cogidos de la mano. En Navidad hacíamos cagar al “Tió”, y poníamos un “Caganer” con barretina en el Nacimiento. Así, disfrutábamos de una auténtica Navidad catalana como Dios manda.

En la primavera cogíamos las Xirucas (Chirucas , marca de calzado ], y nos íbamos a nuestros Pirineos a disfrutar de nuestras montañas y sierras, en nuestra tierra. Celebrábamos la “Diada”, con ánimo de no olvidarnos de la derrota de nuestro pueblo contra Felipe V y los españoles.

Somos un pueblo trabajador, con carácter, distinto del resto. Tenemos la Caixa, el RACC, los Mozos de Escuadra y los Ferrocarriles Catalanes. ¿Qué más queremos? Pues queremos, queremos, queremos…

Pero la verdad no se puede ocultar siempre. Te vas de Erasmus a Londres, y descubres que existe vida fuera de nuestro pequeño planeta catalán. Que también hay trabajadores con carácter en otros territorios. Que la Caixa no es tan importante, si se compara con el Comercial Bank of China. Que solamente una ciudad como Shanghái tiene 20 millones de personas (tres veces toda Cataluña).

Descubres la verdad: que lo de las cuatro barras de Wifredo el Velloso sólo era una leyenda, un mito, sin fundamento histórico. Ni Wifredo fue contemporáneo del emperador, ni se usaba la heráldica en ese siglo. Además, hasta la unión con Aragón, el emblema de los condes de Barcelona fue la cruz de San Jorge (una cruz de gules sobre campo de plata).

Descubres que la sardana la inventaron en el año 1817. Fue un tal Pep Ventura, que tampoco se llamaba Pep sino José, nacido en Alcalá la Real, provincia de Jaén, e hijo de un comandante del Ejército español. Se la inventaron, porque no podía ser que la jota de Lérida o del Campo de Tarragona fuese el baile nacional. Y tampoco podía serlo el baile denominado “El Españolito”. Por eso se inventaron la sardana a comienzos del siglo XIX: para crear una identidad nacional inexistente hasta entonces. La sardana, otro mito.

Descubres que en 1714 no hubo ninguna guerra catalana-española, que Cataluña no participó en ninguna derrota bélica. Fue una guerra entre dos candidatos a la Corona de España, vacante desde la muerte de Carlos II sin descendencia: entre un candidato de la dinastía de los Borbones (de Francia) y otro de la de Austria (de tierras germánicas). En todos los territorios de la Corona de España hubo austracistas y borbónicos: por ejemplo, Madrid, Alcalá y Toledo lucharon en el mismo bando que Barcelona. No fue, como intentan venderlo, una guerra de secesión, sino de sucesión: ningún bando aspiró nunca a romper la unidad dinástica entre Castilla y Aragón, ni la separación de Cataluña. La Diada, otro mito.

Descubres que el “Caganer” del belén es una “tradición” que no se generaliza hasta el siglo XIX, como la sardana. Y que el “Tió” es otra milonga identitarias y absurda. La Navidad catalana, otro mito.

Te das cuenta que los nacionalistas nos han tomado el pelo. No nos han educado, sino adoctrinado. Que nos han alimentado, sin darnos cuenta, de una “ideología total” que se encuentra por encima de todo y de todos. Lo abarca todo: permite pisar el derecho de las personas, modelar la Historia a su gusto, y determinar qué está bien o mal.

Te das cuenta que los nacionalistas nos han adoctrinado a través de mitos, leyendas, mentiras. Que han construido o falseado una realidad, con tal de fundamentar su ideología. Intentaré poco a poco ir comentando esos mitos. Pido ayuda y la colaboración de todos, para tratar de encontrar otras mentiras. Así, los catalanes podremos liberarnos de esos mitos, y ser libres de verdad.

Está claro que eso de viajar, es para algunos, una estupenda vacuna contra la estupidez y el aldeanismo.

(Carta publicada por un anónimo catalán y que por su interés la publico)

lunes, 22 de octubre de 2012

La fe - Frases para meditar




“No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo”. (Leon Tolstoi)

sábado, 20 de octubre de 2012

La niña y las mariposas





La niña y las mariposas



 
 

Cuando era niño, tenía una amiga que soñaba con ser mariposa,

le encantaban los múltiples colores que observaba en sus abanicos alados,

decía que son hadas de colores, le seducía su dulce y majestuoso vuelo.

Amaba cada mariposa, incluso a cada gusano,

sabía que para llegar a ser mariposa, hay que ser antes gusano

y que si liberas una mariposa y pides un deseo, ésta llegará al cielo y tu deseo se cumplirá.

Todos los días miraba su cuerpo, todos los días esperando ser como ellas.

Sus padres siempre la preguntaban por qué quería ser una mariposa,

ella siempre respondía que las mariposas no saben mentir, ni hacer daño a la gente

y que cuando veía una mariposa sonreía y por eso ella quería hacer felices a la gente cuando la vieran.

Decía que son mensajeras de los deseos y que, como seres silenciosos, custodian nuestros secretos.

Creció y creció buscando las mariposas, buscando ser como ellas...

Pero nunca lo conseguía....

Un día, una gran mariposa se posó en sus manos, ella se alegró de esto,

pero la mariposa quedó dormida para no despertar jamás, entonces la chica no pudo parar de llorar.

Una de sus lágrimas cayó sobre la mariposa,

aún en sus manos, en ese momento, la mariposa se unió a la piel de la chica,

de su espalda salieron unas alas de hermosos colores, como las de la mariposa que tenía en sus manos,

entonces comenzó a agitar las alas, poco a poco se fue  elevando y pudo volar,

ser libre, como siempre había querido ser……..

miércoles, 17 de octubre de 2012

"La conjura de los necios" de John Kennedy Toole



Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios conjuran contra él. “Jonathan Swift”

A esta frase del escritor satírico Jonathan Swift (al cual le debemos Los viajes de Gulliver), le debe el título este libro de John Kennedy Toole, un autor que se suicidó cuando tan solo contaba con 32 años y sin ver su obra publicada. Años más tarde se publicaría y sería alabada por la crítica ganando el Premio Pullitzer. ¿Porqué tantos halagos? Pues porque este libro es una obra maestra fruto de un genio.

Yo pensaba que todo el mundo conocía a Ignatius J. Reilly. Me he dado cuenta, para mi sorpresa, de que hay todavía gente -sobre todo los más jóvenes-, que no han oído hablar de ninguno de estos personajes. Es decir, que no han pasado por esa experiencia extraña, maravillosa y muy muy divertida que es leer “La conjura de los necios” de John  Kennedy Toole. Empezaré por decir lo primero que citan todas las reseñas: que es un libro rechazado por innumerables editoriales y publicado póstumamente gracias a la tenacidad de la madre de Toole. El libro se convirtió en un enorme éxito y le dieron el premio Pulitzer, pero el autor no pudo verlo, porque se había suicidado, sin duda convencido de que sus escritos no le interesaban a nadie. Bueno, pues a pesar de que esa historia tan triste y ejemplar, la novela rebosa humor e ironía. También tipos muy raros y llenos de obsesiones, empezando por su protagonista, el ínclito Ingnatius J. Reilly, que según manifiesta Walker Percy en su prólogo es "un Oliver Hardy loco, un Don Quijote obeso y un Tomás de Aquino perverso combinados en uno". Una mezcla explosiva. No desvelaré el argumento -que por otra parte es difícilmente resumible-, pero adelantaré (por si la definición anterior no es suficiente) que Ignatius es un apasionado de la escolástica medieval y su autor favorito es Boecio, que cree que al mundo moderno le falta "teología y geometría" y que le encanta la comida basura. También hay otros personajes igualmente excéntricos, como el ya mencionado patrullero Mancuso, una verdadera desgracia para el cuerpo de policía de Nueva Orleans, que se dedica disfrazarse para acechar a los delincuentes, o la sufrida madre de Ignatius, la señora Reilly, que tiene una clara debilidad por el moscatel, amén de un vendedor de perritos calientes frustrado, una psicóloga aficionada (suspendió un curso de psicología por correspondencia) adepta al chantaje y un trío de lesbianas agresivas, por citar sólo algunos. Todos inclasificables, como el propio libro, pero igualmente inolvidables.

Ignatius Reilly es el protagonista de nuestra historia, un señor entrado en carnes y con un gran bigote que todavía vive con su madre. Lleva siempre una gorra de cazador y ropas extrañas, que le hacen ser tomado por sospechoso más de una vez. Y de esa manera exactamente comienza el libro, Ignatius es tomado por sospechoso por un policía y para esconderse de éste, su madre y él se refugian en el Noche de Alegría, un bar del Barrio Francés de Nueva Orleans que esconde algo. Poco después, los dos se estrellan contra una casa a la cual tendrán que pagar los desperfectos, sin embargo, con el sueldo de la madre no tendran suficiente e Ignatius tendrá que ponerse a trabajar. Al principio, lo coge con desgana pero poco después se da cuenta de que puede montar una revolución a favor de un montón de causas. ¡¡Ah!! Y esta el personaje de Myrna Mynkoff, su revolucionaria amiga de la universidad.

El libro, como la mayoría, no se puede contar, es mejor que se descubra esta inmensa crítica contra la sociedad. Los personajes que aparecen son todos una caricatura grotesca y satírica de los revolucionarios, de las vecinas cotillas, de los jefes "corruptos", de la policía inepta y, por supuesto, de la locura que puede invadir a un hombre.  Se dice que el mismo Ignatius Reilly podría ser un personaje casi autobiográfico pues el autor tuvo que pasar durante su corta muchas de las cosas que le pasan a este grandullón.

Ignatius Reilly podría ser perfectamente un Don Quijote moderno que confunde los molinos con gigantes.

El libro se describe solo. Grandes dosis de humor y de sátira reunidos en una obra maestra del siglo XX. 


(Texto publicado por Metgaladriel en el blog: La musa y el espiritu)

enlace: http://lamusayelespiritu.blogspot.com.es/2012/05/la-conjura-de-los-necios-john-kennedy.html

  

domingo, 14 de octubre de 2012

No saber amar


Las cuatro estaciones - 3ª parte - Salto de Millares - El paraíso.







LAS CUATRO ESTACIONES

3ª parte





EL PARAÍSO

El Salto de Millares

"La pequeña cascada que presidía el poblado"



"La vista desde la ventana de mi casa"


"El Salto de Millares, visto desde los túneles"


"Como era el salto de Millares, el poblado"



 "Las centrales eléctricas del Jucar"



Tuve una infancia más que feliz. Los recuerdos más bellos, mis primeras sensaciones y mi niñez están unidos inseparablemente al Salto de Millares, el poblado donde estaba situada la central eléctrica en la que trabajaba mi padre junto al resto de hombres que allí habitaban, y donde vivíamos aproximadamente unas ochenta personas, incluidos los niños, éramos como una gran familia viviendo en un auténtico paraíso, nuestra escuela, nuestra huerta, nuestro campo de fútbol, nuestra piscina, todo tipo de árboles frutales, el río, todo solo para nosotros. Emplazado en la hendidura abierta por el río Júcar, entre la muela de Cortes, al oeste, y la sierra de Caballón, al noreste. El río Júcar, es su principal accidente geográfico, a 60 Km. de Valencia, en aquellos momentos, se necesitaban casi seis horas en coche para recorrer aquella distancia. La garganta del Júcar, encajada entre muelas y sierras medias mediterráneas, es un paisaje sublime. En las abruptas laderas del cañón afloran masivas secuencias rocosas y se desarrolla una amplia diversidad de nichos ambientales.

El salto de Millares, proyectado en 1926 e iniciado en 1928, también constaba de presa, canal de 17 km, depósito de carga y una central de cinco plantas (que llegó a albergar cuatro turbinas). En 1932 entraron en funcionamiento los dos primeros generadores, el tercero en 1935 y el último en 1945. De la subestación de Millares partían cuatro líneas de distribución (Torrent, Alzira, Alcoi y Madrid). También aquí se construyó un poblado. En 1998, la central de Millares dejó de funcionar definitivamente por la puesta en explotación del embalse de Tous. En 2002 se completó la demolición de la central y de los pabellones anexos de viviendas.







Se accede desde el pueblo de Millares, se toma la carretera dirección Bicorp y aproximadamente a unos cinco kilómetros, sale un cruce a la izquierda que  indica a la central eléctrica, a unos seis kilómetros por una carretera entonces sin asfaltar, con continuas curvas y unos impresionantes barrancos donde el río Júcar  queda encajado entre afiladas gargantas e impresionantes cañones, entre panorámicas se abren de manera espectacular sobre el discurrir profundo entre estrechuras y riscos, alcanzábamos un collado y dos túneles de piedra, al cruzarlos, es como una ventana abierta a otro mundo, un cuadro pintado con delicadeza y pinceladas de amor, no era el Gran Cañón del Colorado, pero lo parecía.



"Los dos túneles de entrada y salida al Salto de Millares"

El río Júcar ha tallado a su paso, un espectacular cañón configurando un singular paisaje de gran belleza, a la izquierda una cascada como una cola de caballo o "chorrero", las pocas casas del poblado, la escuela, la pequeña iglesia…y el Júcar zigzagueando camino a la presa de Tous y el mar. En las zonas de umbría de los barrancos que bajaban al encuentro del Júcar, se descubrían, ejemplares de sabinas, encinas y pinos.


Una vez pasado los túneles, la carretera baja serpenteando entre árboles y rocas, el lugar es duro y agreste, pero de gran energía. En primer lugar te encuentras con la parte alta de la central, le llamábamos “el cuadro”, un gran depósito descubierto de agua, lugar que teníamos totalmente prohibido acercarnos los niños, y cuatro inmensas tuberías que bajan hasta las máquinas de la central, que se encuentra junto al cauce del Júcar, en un barranco, con una caída escalofriante.


"El cuadro visto desde los túneles"


"El cuadro"


Siguiendo la carretera siempre en bajada, te encontrabas con los corrales donde se criaban, gallinas,conejos, cerdos... la casa del Jefe de la central, la residencia para empleados solteros....


"Los corrales"


"La residencia para empleados solteros"


 "La curva, la casa del médico y el salon"


"La Capilla de Nuestra Señora la Virgen del Carmen"


Mas abajo el salón o cantina (especie de Bar para empleados, regentada por Don Pedro), la casa del médico, al final, se encontraban las viviendas para empleados, casas de dos plantas, con una galería que unía tres o cuatro casas y el único punto asfaltado y que los niños llamábamos “el cemento”, centro de reunión del poblado y donde nosotros realizábamos bastantes juegos, antes de llegar a las primeras casas, a la izquierda salía un camino que llevaba a la pequeña iglesia de Nuestra Señora del Carmen y una pequeña explanada donde estaba situado el colegio y la casa de la maestra.


El poblado, lo conformaban seis grandes pabellones de  color blancos con los tejados rojizos,  todos constaban de dos plantas con tres viviendas cada una, excepto el pabellón donde vivían los Cucala, que tenía tres alturas.

Nosotros vivíamos en la primera planta de uno de los pabellones frente a una de los pocas calles asfaltadas del poblado y que los niños llamábamos el cemento. En la puerta de la entrada que daba directamente a la calle, había una de esas cortinas tan comunes en aquellos años, usadas en todos los hogares. Era de un gris verdoso con dos franjas de color crudo a unos centímetros del suelo, que mediante unas cortas cintas blancas cosidas al extremo superior la misma, quedaban sujetas a unas anillas de metal, insertadas en una menuda barra de hierro. Oscurecía la estancia proporcionando cierto grado de frescura en el interior, y a nosotros nos hacía las veces de proyector, ya que nos permitía ver siluetas en el techo, que actuaba como pantalla.



"Mi casa, la planta primera"


En la parte de atrás de nuestro pabellón, y un poco más allá de nuestros ojos estaban los corrales o gallineros; a cada casa le pertenecía uno. Algunas familias todavía lo utilizaban y criaban aves.  Mi gallinero se utilizaba para ese menester, en él había un pequeño cuartillo donde  se recogían los conejos, las gallinas y los pollos para su descanso; también había un terreno al aire libre donde aquellas aves podían disfrutar del sol, todo enmarcado con una alambrada  que evitaba la fuga de las pequeñas aves. Aquel lugar lo utilizábamos mis amigos y yo para nuestras correrías, allí pasábamos ratos muy agradables y divertidos. Mi hermano también lo utilizaba para sus hazañas.




"El cemento, al fondo arriba, el campamento"



Aquellos días me traen a la memoria tantas cosas agradables de mi infancia, donde mi mundo era aquel poblado maravilloso y sus buenas gentes, allí nos sentíamos niños felices, corríamos en la libertad de nuestra inocencia, no sabíamos de opresión, solo entendíamos de juegos, y poco más; realmente era feliz, tenía todo lo que deseaba, y mi mundo eran aquellos pabellones de color vainilla.

Vivir allí, era como vivir dentro de una burbuja, nuestro mundo empezaba en los túneles y terminaba en la central eléctrica. Era como vivir en una bola de nieve de cristal, una especie de ecosistema habitado por seres vivos, los personajes éramos nosotros.

Teníamos nuestro campo de fútbol que abarcaba una enorme área, cerca del río, rodeado de bellos cañares, huertas y variados árboles frutales, con lo que teníamos garantizada la merienda si no nos apetecía ir a nuestra casa, nuestras madres estaban tranquilas, sabían que no íbamos a pasar hambre.




Y salíamos a jugar a la calle y no volvíamos a la casa hasta que nos sentíamos con hambre o nuestras madres nos llamaban desde el balcón de la casa. Montábamos en bicicleta o patinábamos sin casco, rodilleras ni ropas especiales. Pasábamos una mañana entera nadando en la piscina que quedaba en la parte alta del poblado, sin que estuviera nadie cuidándonos, y aprendimos a nadar a fuerza de intentarlo, porque nunca nadie nos dio clases de ello. Como no teníamos muchos recursos, construíamos carros de madera utilizando como ruedas los patines viejos y hacíamos carreras en las cuestas.

No nos importaba tener ropa de marca, ni el último modelo de zapatos. No existían los peligros ni los caprichos de hoy.

Una de las maravillas que aprecio hoy más, cuando ya he superado la venerable edad de los sesenta años, es la forma en que transcurrió mi infancia. Las cosas que viví y la forma en que me educaron.



Una vez, pasabas el cemento y siempre en bajada, te encontrabas con el cerezo del tío Claudio, ¡cuantas cerezas hemos comido, y cuantas trastadas cometimos!, de frente el economato del que partía dos caminos, uno a la derecha que llevaba a la residencia y otro a la izquierda que subía hasta el campamento, ambos caminos, rodeados de huertas que estaban asignadas a cada familia para cultivar. En la parte de la izquierda estaba la huerta asignada a mi padre, no la trabajábamos porque mi padre no sabía, si que recogíamos bastante fruta que salía sola, nísperos, manzanas, uva de moscatel...

Entre ambos lados, bajaba lo que llamábamos el vertedero, era un canal de agua que una vez a la semana se lanzaba un gran torrente de agua desde el deposito, servía para limpiar la basura que allí todos tirábamos frente al economato y posiblemente también servía para regular el nivel de agua del depósito. Una vez a la semana, sonaba un sirena y todos, niños y mayores quedábamos avisados que nadie podía estar dentro del vertedero.

Continuabas bajando y ya al nivel del río, cruzabas un túnel y a la salida te encontrabas con la central eléctrica y sus instalaciones. Me encantaba acompañar a mi padre algunas veces a su trabajo, era impresionante ver y oír aquellas máquinas. Mirabas a lo alto y veías las cuatro grandes turbinas que bajaban desde el depósito.
Por tanto, nos movíamos en un terreno irregular, rudo, serpenteante, con pequeños repechos, y un paisaje virgen en su mayor parte, para disfrutar.




"Es un terreno serpenteante y agreste"


"El depósito y el cuadro"


"El depósito y la central eléctrica"


Con el paso de los años, lo veo claro, lo que para los niños era el paraíso, para los mayores, la cárcel, no era época de tener coche, un camión y un Jeep para el servicio de la central y un autobús, "La Realense" con Julio su conductor, que hacía un par de viajes a la semana y del que difícilmente alguna vez traía pasajeros, su mercancía era el pan para varios días, la correspondencia y algún pedido que se hacía para Valencia, era la única comunicación más allá del túnel de piedra, era como la puerta de entrada y salida con el otro mundo. 






"La central eléctrica"


Recuerdo cuando llegaba al primer túnel y hacía sonar la bocina, todos los niños mirábamos hacía los túneles y lo veíamos aparecer majestuoso y corríamos en su busca hasta el salón de Don Pedro, allí lo esperábamos y corríamos tras el hasta el cemento lugar donde tenía establecida su parada final. 

¡Que alegría cuando recibíamos los paquetes de mis abuelos de San Sebastián!. Mi abuelos me enviaban periódicos, con información de la Real Sociedad, lógicamente cuando llegaban estaban ya bastante pasados de fecha, pero me daba igual, me gustaba ver las alineaciones del equipo: Araquistain, Gordejuela, Ansola, Echarri, Irulegui, Elizondo, Rivera, Galardi, Paz...







Para los mayores, era duro, algunos de ellos llevaban años sin salir más allá del pueblo de Millares.




"La calle principal"



"El cuadro, visto desde el poblado"


"Los túneles, vistos desde el poblado"


"El río Júcar"


Con las riada de 1982, se decidió cerrar el salto de Millares, con la inauguración de la nueva presa de Tous, parte de nuestro poblado quedó enterrado bajo las aguas y derribada nuestra escuela, nuestra iglesia, nuestras casas….pero no mis recuerdos, mis olores, mis sensaciones.

En 2002 se completó la demolición de la central y de los pabellones anexos de viviendas.
Los que hemos tenido la suerte de crecer con la naturaleza de nuestro lado, ésta llega a formar parte indisociable de nosotros y nos condiciona y nos marca de tal manera, que cuando no la tenemos cerca, la echamos mucho de menos.
La mayoría de las personas lamentablemente ya no están, incluso la mayoría de los lugares desaparecieron bajo las aguas, por lo que no puedo visitar ni pasear para intentar visualizar y recordar. No puedo dejar de sentir: una nostalgia infinita y un sentimiento de calor y afecto, compartido con todos los que recuerdan aquella etapa maravillosa de la vida que me tocó vivir.....sin apenas darme cuenta, que aquello era un verdadero paraíso.


"El depósito de carga"



"El poblado, visto desde el campamento"



"Otra vista del poblado"


"Preciosa vista del poblado"


Vídeos:

"Salto de Millares - El paraíso"




"La central eléctrica y el paisaje"



Final de la 3ª parte