viernes, 28 de junio de 2013

Coges mis manos





Cuando lloro, tú secas mis lágrimas.

Cuando grito, tú luchas contra todos mis miedos.

Cuando no encuentro el camino, tú me guías.

Si tengo que caminar, a mi lado caminas.

Si tengo que caer, me ayudas a levantarme.

Tu voz ahuyenta mis pesadillas.

Tu rostro camina por mis sueños.

Coges mis manos a través de todos estos años…

viernes, 21 de junio de 2013

El Helecho y el Bambú



 

Un día decidí darme por vencido…renuncié a mi trabajo, a mi vida. Fui al bosque para tener una última charla con Dios.

"Dios", le dije. "¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido?"

Su respuesta me sorprendió…"

-Mira a tu alrededor, Él dijo. -¿Ves el helecho y el bambú?

-Sí, respondí.

-Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y  abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú.

-Pero no renuncié al bambú. Dijo Él.

-En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié"- me dijo.

-En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. No renuncié - dijo.

-Luego en el quinto año un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. Pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 20 metros. Se la había pasado cinco años echando raíces. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

-No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar". Él me dijo.

-¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?. No renunciaría al bambú. Nunca renunciaría a ti.

- No te compares con otros - me dijo.

- El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso.

- Tu tiempo vendrá - Dios me dijo. ¡Crecerás muy alto!

- ¿Qué tan alto debo crecer? - pregunté.

 - ¿Qué tan alto crecerá el bambú? - me preguntó en respuesta.

- ¿Tan alto como pueda? - indagué.

-Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales  para la vida.


La felicidad te mantiene Dulce,

Los intentos te mantienen Fuerte,

Las penas te mantienen Humano,

Las caídas te mantienen Humilde,

El éxito te mantiene Brillante

Pero sólo Dios te mantiene Caminando...

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces...

martes, 18 de junio de 2013

Nunca lo olvides



Voy a seguir creyendo, aun cuando la gente pierda la esperanza.

Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio.

Voy a seguir construyendo, aun cuando otros destruyan.

Voy a seguir hablando de Paz, aún en medio de una guerra.

Voy a seguir iluminando, aún en medio de la oscuridad.

Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha.

Y seguiré gritando, aún cuando otros callen.

Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas

Y transmitiré alivio, cuando vea dolor

Y regalaré motivos de alegría donde solo haya tristezas.

Inventaré a caminar al que decidió quedarse

y levantaré los brazos, a los que se han rendido.

Porque en medio de la desolación,

siempre habrá un niño que nos mirará,

esperanzado, esperando algo de nosotros,

y aún en medio de una tormenta,

por algún lado saldrá el sol

y en medio del desierto crecerá una planta.

Siempre habrá un pájaro que nos cante,

un niño que nos sonría

y una mariposa que nos brinde su belleza.

Pero...si algún día ves que ya no sigo, no sonrío o callo, solo acércate

y dame un beso, un abrazo o regálame una sonrisa,

con eso será suficiente,

seguramente me habrá pasado que la vida me golpeó

y me sorprendió por un segundo.

Solo un gesto tuyo hará que vuelva a mi camino.

Nunca lo olvides........

El cariño que se pierde...

sábado, 8 de junio de 2013

El ermitaño - ¿Contra quién luchamos?





Se cuenta lo siguiente de un viejo ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la  oración y a la penitencia.
Se quejaba muchas veces que tenía demasiado que hacer.
La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.
Les contestó:
"Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león".
“No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives.  ¿Dónde están todos estos animales?”
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.
“Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo.
Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena, son mis ojos.
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos.
Y los conejos quieren ir adonde les plazca,  huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies.
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas.
Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo.
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser  siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón”.

miércoles, 5 de junio de 2013

La Cruz de Caravaca


 
Hacia el año 1227 reinaba en Valencia un rey Moro designado en las antiguas crónicas españolas bajo el nombre árabe de Zeut Abuceut. Este rey abrazo el Cristianismo a raíz de un milagro que ocurrió ante sus ojos en Caravaca, villa de su territorio.
En aquellos tiempos las victorias de los españoles hacían ya presentir la expulsión más o menos cercana de los moros de la Península, y entre estos tenían lugar frecuentes conversiones.
Un sacerdote Cristiano se aventuró entre los sarracenos del reino de Murcia, con el propósito de predicar el evangelio. Fue detenido y conducido ante Ceut Abuceut, quien determinó hacerle hablar sobre religión cristiana. Lo interrogo sobre la misa, acerca del cual el sacerdote, le dio explicaciones que interesaron al rey hasta tal punto que quiso que el prisionero acometiese inmediatamente su celebración ante sus ojos.
El sacerdote no teniendo a su disposición los objetos necesarios a tal efecto los envió a buscar a la Villa de Cuenca que estaba en poder de los cristianos. Pero  sucedió que la Cruz que debe estar siempre sobre el altar durante la celebración de la misa fue olvidada. Sin darse cuenta de la ausencia de este objeto indispensable, el sacerdote comenzó, pero enseguida apercibiéndose de que la cruz faltaba, quedó absolutamente turbado. El Rey, que asistía con las personas de su familia y de la corte, viendo de repente al sacerdote tornarse pálido y dubitativo, le preguntó que le estaba sucediendo.
No hay cruz respondió el sacerdote.
Pero dijo el Rey, ¿no será eso de ahí?
En efecto, en aquel momento el rey vió dos ángeles que depositaban una cruz sobre el altar, y el señalaba con el dedo este deseado objeto. El buen sacerdote dio gracias a Dios y prosiguió con alegría la celebración.
Ante este milagroso acontecimiento, el rey moro, su esposa y acompañantes renunciaron a su religión, y abrazaron la fe cristiana, siendo bautizados el rey con el nombre de Vicente Belbís y su esposa recibió el nombre de Elena.

lunes, 3 de junio de 2013

El rosario de pétalos de rosas


EL ROSARIO DE PÉTALOS DE ROSAS

Las viejas crónicas de la Orden del Carmen cuentan una historia sencilla y emocionante a la vez.
Erase un Hermano lego, que se llamaba Joaquín; rudo y tosco como un roble de las montañas de Castilla, pero cándido y bueno como un trozo de pan. No tenía letras, ni su cabeza estaba ya en condiciones de aprenderlas, por lo que el Superior le encomendó guardar una punta de ganado que poseía el Monasterio; los demás Hermanos le miraban con compasión, pero Fr. Joaquín estaba muy a su gusto con el oficio, porque el campo le hablaba de Dios en el único lenguaje que él entendía.
Con esto dicho se está que Fr. Joaquín era un lego muy piadoso y bueno. Hasta se llegó a susurrar por el Monasterio que Fr. Joaquín veía a la Virgen en el campo y que Esta le cuidaba el ganado mientras él rezaba, porque en sus muchos años de pastor nunca había extraviado una res, ni el lobo voraz en los crudos días de invierno había hecho presa en ninguna de ellas. La historia no dice si estas visiones tuvieron lugar o no, pero afirma que efectivamente Fr. Joaquín era muy devoto de la Virgen y que todos los días le rezaba su rosario mientras conducía su hato al aprisco acogedor. Esto era para él una obligación sagrada, y nada ni nadie podía estorbar su cumplimiento.
Cierto día se le olvidó el rosario en el Monasterio. ¿Cómo rezar ahora su devoción favorita? El candoroso Hermano tuvo una idea original: a la vera de una ciénaga donde abrevaba el ganado, crecía un juncal; arrancó de un tirón unos juncos verdes y con ellos fue atando unas pedrezuelas de diez en diez que separó con un palito atravesado, y así improvisó un rosario con el que pudo cumplir con su devoción.
La Virgen se lo premió. Porque, cuenta la leyenda que al ir a cerrar su rebaño en el aprisco colgó este original rosario de la rama de un próximo enebro por si le necesitaba al día siguiente. Y cuando con la luz del día se acercó al enebro para descolgar su rosario, halló colgada en él una guirnalda de rosas blancas, separadas de diez en diez por una rosa encarnada.
Era el rosario de Fr. Joaquín.
La noticia se corrió por el Monasterio y se quiso perpetuar este regalo de la Virgen a su fiel devoto convirtiendo las rosas en cuentas de rosario. Esta historia, con sabor de leyenda medieval, es la que ha dado origen al rosario de pétalos de rosa de olor permanente hecho con las rosas más fragantes de Castilla y por procedimientos que se han venido transmitiendo en la Orden de generación en generación; fragantes rosas de Castilla, que el azul intenso de su cielo cobra y el clima duro de su suelo fija como ninguna otra región del mundo, que ahora se tornan oración viva a la más perfumada de las rosas, la Rosa Mística, la gloriosa Virgen María.

sábado, 1 de junio de 2013

¿Quien es el ciego?



Aquel año el invierno neoyorquino se extendió lánguidamente hasta fines de abril. Como vivía sola y era ciega, tendía a permanecer en casa gran parte del tiempo.
Por fin, un día el frío desapareció y entró la primavera, llenando el aire con una fragancia penetrante y alborozadora. Por la ventana de atrás, un alegre pajarito gorjeaba con persistencia, invitándome a salir.
Consciente de lo caprichoso que es abril, me aferré a mi abrigo de invierno pero, como una concesión al cambio de temperatura, dejé mi bufanda de lana, mi sombrero y mis guantes. Tomando mi bastón de tres picos salí alegremente al pórtico que lleva directamente a la calle. Levanté la cara hacia el sol, dándole una sonrisa de bienvenida en reconocimiento por su calidez y su promesa.
Mientras caminaba por la calle cerrada donde vivo , mi vecino me saludó con un "hola" musical y preguntó si deseaba que me condujera a alguna parte. "No, gracias" respondí. " Mis piernas han estado descansando todo el invierno y mis articulaciones necesitan desesperadamente de ejercicio, así que iré caminando".
Al llegar a la esquina aguardé, como era mi costumbre, a que alguna persona me permitiera atravesar con ella la calle cuando el semáforo estuviera en verde.
El sonido del tráfico me pareció un poco más largo que de costumbre, y sin embargo, nadie se ofreció a ayudarme.
Permanecí allí pacientemente y comencé a canturrear una melodía que recordaba. Era una canción de bienvenida a la primavera que había aprendido de niña en la escuela.
De repente, una voz masculina, fuerte y bien modulada, me habló:
"Parece un ser humano muy alegre", dijo. "¿Me daría el placer de acompañarla al otro lado de la calle?".
Adulada por tanta caballerosidad, asentí sonriendo, musitando un "sí" apenas inteligible.
Con amabilidad me rodeó el brazo con su mano y bajamos de la acera. Mientras avanzábamos lentamente, habló del tema más obvio -el clima- y qué bueno era estar vivo en un día como aquel.
Caminábamos al mismo paso y era difícil saber quién conducía a quién.
Apenas habíamos llegado al otro lado cuando una y otra vez comenzaron a escucharse las impacientes bocinas; seguramente había cambiado el semáforo.
Dimos algunos pasos más para alejarnos de la esquina.
Me volví hacia él para agradecer su ayuda y su compañía. Antes de que hubiera pronunciado una palabra, me habló:
"No sé si sabe", dijo, "qué grato es encontrar a alguien tan alegre como usted que acompañe a un ciego como yo a atravesar la calle".
Aquel día de primavera ha permanecido en mi memoria por siempre.