sábado, 4 de agosto de 2012

El deficit y las autonomías



Estamos ante una situación angustiosa, tenemos  unos pequeños reinos de taifas en los que unos reyezuelos infames se niegan a tomar las medidas necesarias para contener el déficit y se declaran en situación de abierta rebeldía contra el gobierno central. Todo esto cuando nuestros socios europeos tienen la vista puesta en España, y nos estamos jugando nuestra credibilidad como país, nuestra pertenencia al euro y, el bienestar de, al menos dos generaciones. Esto no es opinión. Son hechos contrastables.
En este contexto de emergencia nacional, nos salen los gobernantes separatistas de una de estas regiones amenazando con romper la baraja y dejar de contribuir al esfuerzo común como hacemos el resto de los españoles. Eso sí, después de que se les rescate con nuestro dinero, porque da la casualidad de que los nacionalistas catalanes, de derechas y de izquierdas, se las han ingeniado para quebrar las cuentas de la región históricamente más rica de España, entre otras razones por malgastar el dinero en la creación de su "estadet", y ahora no tienen ni para pagar los hospitales. Aunque, claro está, siempre les queda el recurso de echar la culpa a "Madrid".
Desde hace 30 años se ha estado atentando contra la unidad nacional, porque  con el cuento de "acercar la administración al ciudadano",  lo único que se ha hecho es dejar en manos de las autonomías un número cada vez mayor de competencias. Se ha demostrado que descentralizar las competencias y ponerlas en manos de los caciques de las autonomías, solo ha servido para crear clientelas políticas en las regiones no nacionalistas, para financiar el separatismo en las nacionalistas y, en cualquier caso, para mantener una administración que, a la vista está, es insostenible, porque no es ya que no queramos, es que no podemos pagarla.
Dicen que en España se considera que la unidad nacional ha de ser unidad cultural. ¿Y en qué se basan?, en nada. Porque si algo ha caracterizado el mundo de la cultura en España es, aparte de una decadencia imparable, ha sido la exaltación de las diferencias entre las distintas regiones de España, el provincianismo más obtuso y el aldeanismo más iletrado, sufragado generosamente por los sátrapas de turno, por la cuenta electoral que le tenía al político de turno. En las regiones con lengua propia, se ha perseguido con saña al idioma común de todos, llegando incluso a multar por rotular negocios en español y a impedir que los alumnos puedan recibir clases en el idioma común. Si en el País Vasco una organización separatista y pro-terrorista ha pedido un censo de la gente que hable en español, supongo que como paso previo para ponerles una estrella amarilla en el hombro e introducirlas en un campo de concentración.
Podemos estar todo el tiempo como aquellos dos conejos de la fábula discutiendo si los que los perseguían eran galgos o podencos, pero el hecho central es que, o nos ponemos todos manos a la obra o, más al hispánico modo, podemos tomar el camino del sálvese quien pueda.

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