lunes, 10 de mayo de 2021

La historia del Salto de Millares - 6ª parte - La aparición de Hidroeléctrica Española


La historia del Salto de Millares 

6ª parte


La aparición de Hidroeléctrica Española


Hidroeléctrica Española (HE) se crea  en Madrid en  1907 con un  capital  de 12  millones de pesetas (Inglada,  2012).  Entre  sus  accionistas  se  encontraba,  Hidroeléctrica  Ibérica  que aportaba a la nueva empresa la concesión del Salto del Molinar a unos 80 km de Valencia, y el  Banco  de  Vizcaya,  entidad  que  desde  su  fundación en  1901  se  había  orientado especialmente hacia el sector eléctrico (Valdaliso, 2006). El Salto del Molinar explotaba los rápidos fluviales cercanos a  Villa  de Vés  y  aprovechaba un  gran desnivel. La  obra resultó difícil por lo escarpado de los accesos, escasez de medios técnicos y el uso de herramientas rudimentarias. Los transportes de materias primas y maquinaria debieron hacerse con ayuda de ganadería (Arroyo, 2012). En 1908 se instalaron tres grupos iguales de turbina-alternador de 4.500  kW  cada  uno.  

 


 

En  1911 la  central  se  amplió con  otro  grupo.  En  1909 la  primera línea  de  alta  tensión  con  generación  hidroeléctrica  conectaba  Valencia  con  el  Molinar. En 1912, la Sociedad adquirió a Juan Casanova la concesión de Víllora en el río Cabriel y dos años  después  entraría  en  funcionamiento  con  una  potencia de  12.000  kW.  Hidroeléctrica Española demostraba así que podía acometer obras hidráulicas de gran envergadura.

Por otra parte, los proyectos hidroeléctricos de las empresas valenciana seguían estancados por  falta  de  apoyo  financiero.  Con  esta  situación,  las  hasta  entonces  inabordables concesiones  del  Salto  de  la  Agujas  y  el  de  Dos  Aguas  fueron  transferidas  en  22  de diciembre de 1913 a la Sociedad Hidroeléctrica Española, que presentó en fecha 2 de enero de 1915 a la Dirección General de Obras Públicas, un proyecto para su unificación. Sería el tercer gran proyecto de HE y probablemente el más costoso.

 


 

El  proyecto  de  unificación  resultó  tremendamente  complejo.  La  Sociedad  no  consiguió la autorización  administrativa  para  su  primera  propuesta  y  en  el  segundo  intento  surgieron  problemas con la estabilidad del terreno en el punto escogido para la realización de la presa por  lo  que  hubo  de  abandonarse  tras  meses  de  trabajo  invertidos.  Dichos  sondeos  de cimentación  de  la  presa se  prolongaron tres  años ya  que hubo  que desviar  el  río  de  su cauce natural y  tras el  tiempo invertido  y el  coste,  no resultaron  favorables. Por ello  debió volverse sobre el proyecto original del Ingeniero García Faría y definirse una ampliación en el  trazado  del  canal.  En  dicho  proyecto  se  establecía una  presa  de  derivación  de  7,25, 200 metros aguas abajo del antiguo puente metálico de la carretera de Almansa a Requena.

 


 

El remanso producido por la presa obligaba a expropiar alguna instalación como el Molino de Pardo.  Las  dificultades  de  la  obra  retrasaron  el  proyecto  hasta  el  28  de  noviembre  de 1921, fecha en la que se finalizó la redacción del proyecto definitivo a cargo del ingeniero D. Cayetano  Úbeda.  La  solución  finalmente  consistió  en  dividir  la  obra en  dos  actuaciones: Millares y Cortes de Pallás (Proyecto de unificación, 1915, AHISA). El Salto de las Agujas se transformó  en el  de  Millares y  el  de Dos  Aguas  en el  Salto de Cortes  de Pallás o  Rambla Seca por el lugar donde se vertía el agua. 

 

                                                    

El poblado de Rambla Seca



La explotación se mantuvo hasta 1988 fecha en la que se desmanteló para dar paso  a la actual configuración de mayor  envergadura.  Sólo el proyecto de Cortes de  Pallás que se  abordó  primero, podía proporcionar hasta 30.000  kW de potencia. En 1922  entraba  en  funcionamiento el  primer grupo de la central de  Cortes y poco después (julio de 1923) se ponía en marcha el segundo grupo.  

 


 

A los pocos años de iniciar la actividad, tenía en explotación las centrales hidroeléctricas de Molinar,  Villora,  Tranco  del  Lobo  y  Cortes  de  Pallás;  además  de  las  centrales termoeléctricas  de  Madrid,  Valencia  y  Cartagena;  las  centrales  de  recepción  y transformación  de  Madrid  (Tranvías),  Sagunto,  Alcoy,  Alcira  y  Alicante;  así  como  varias líneas  de  transporte  de  energía  eléctrica  desde  los  saltos  antes  mencionados  a  los principales centros de consumo, como eran Madrid, Valencia, Alicante o Cartagena (García y Pérez, 2009).

El  proyecto  de  Millares  se  abordó  posteriormente.  Se  retomó cinco  años después  y tras otros cinco de construcción, en 1933 se inauguró la central dotada de dos grupos verticales, de 20.000 kW cada uno. En 1935 todavía se amplió con un tercer grupo (Hermosilla, 1999 y Los ingenieros del Júcar y los usuarios del agua, n.d.).

 


 

Pese al cambio de proyecto se trataba de ejecutar una obra titánica, sin apenas recursos y con prisa. En unas pocas semanas, el estruendo de los barrenos sustituyó al de las aguas abriéndose paso al Mediterráneo y hubo que inventar caminos y carreteras a lo largo del trazado del río por los que se llevaban materiales y equipos de las centrales.

La construcción de Rambla Seca y Millares obligó a movilizar ingentes recursos y a trasladar hasta el cañón del Júcar a cerca de 4.000 personas procedentes de todos los rincones de España, algunos con habilidades adquiridas en condiciones extremas como las que se iban a encontrar en el cañón del Júcar. Así, en la central de Millares existe todavía una escalera imposible que desciende por el precipicio construida por "los gallegos", un pequeño grupo de albañiles, quizá portugueses, a los que se atribuye capacidades similares a la de los apaches, inmunes al vértigo, empleados en la construcción de rascacielos en Nueva York.

 

Cobertizos para alojar obreros.

(Imagen de 1930/32)

 

Se construyeron cobertizos a lo largo del río para alojar a los obreros y cada pocos kilómetros se abría un hueco en el túnel de 17 kilómetros de longitud que llevaba las aguas hasta la central de Millares para arrojar por ellos los escombros.

Con cuatro turbinas y 80.000 kilovatios hora de potencia instalada, Millares fue a partir de 1932 un elemento insustituible en la generación de energía. De Millares salen cuatro líneas a Alcoi, Alzira, Madrid y Valencia que permitieron el despegue industrial valenciano.

Durante  todo  ese  proceso, la  demanda energética  siguió  creciendo en  parte  asociada  al aumento que supuso el inicio del de la guerra europea.

 



Final 6ª parte

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