viernes, 17 de abril de 2020

Muñeco de madera

 
 
Muñeco de madera

No había nada que Eliseo deseara con más intensidad que ese muñeco de madera de brazos livianos; parecía tener la habilidad de volar, porque al sus brazos rozaban el aire con una elegancia que el niño sentía que en cualquier momento podría encontrarlo flotando en el aire como un barrilete. Cada tarde pasaba por la juguetería, lo miraba desde la vidriera y observaba su precio. Nunca había visto tanto dinero junto. Sabía que jamás podría tenerlo. Sin embargo, apoyaba la nariz contra el vidrio, miraba sus ojos y esos brazos y volaba por un ratito.
 
Una tarde, el dueño de la juguetería se le acercó y le preguntó por qué siempre se quedaba ahí, inmóvil. El chico sintió tanta vergüenza que se fue corriendo. 
 
Durante unas semanas, aunque sentía profundos deseos de hacerlo, no apareció por esa calle.
 
Cuando finalmente ya no pudo más con sus deseos de ver al muñeco, fue a la vidriera cauteloso, intentando que nadie lo viera. El muñeco de madera no estaba. Se quedó un rato, observando cada esquina del escaparate, anhelando encontrárselo en una esquina sin poder calmar esa tristeza. Durante toda la semana fue hasta la juguetería. La ida desde su casa era amarilla, iluminada por la esperanza de encontrarse con su amiguito; pero la vuelta era de un gris oscuro intenso, ya no volaba su imaginación, solamente sentía tristeza y desánimo.
 
Pasó el tiempo y lentamente Eliseo fue olvidándose de esa extraña fascinación. Muchos años más tarde, pasaba por casualidad por la juguetería, a cuyo escaparate ya no iban sus ojos, y al rodear la esquina descubrió que apoyado en el vidrio había un niño que observaba intensamente un muñeco de madera idéntico al que amara en su infancia. Entró, saludó al juguetero y compró el juguete. Al salir, el niño había desaparecido. Lo buscó durante días, deseando darle ese juguete, hasta que finalmente desistió.
 
Una tarde, al volver del trabajo, sus ojos se toparon con los puntos negros del muñeco de madera; lo miraba profundamente y lograba llegar a un sitio de su ser al que ni siquiera él se atrevía a mirar: un sitio donde volar era posible y a donde sólo esas manos de madera podían llevarlo.
Escrito por Tes Nehuén en Cuentos con moraleja.

lunes, 6 de abril de 2020

Pedro Sánchez, dimisión.



Un mes de confinamiento y crece mi grado de indignación con el miserable gobierno y el aborregamineto al que hemos llegado los ciudadanos. Aplausos por las tardes a los sanitarios mientras el gobierno los envía al matadero por no entregarles medios de protección. "De esto saldremos todos juntos", sí, unos al paro, otros al cementerio, y ellos, la casta, seguirán viviendo a cuerpo de rey. Más de 12.000 fallecidos y las TVs con reportajes de lo bien que se lo pasan las familias en casa con los niños cantando en familia. "Esto es cosa de todos", que se lo pregunten a los familiares de los fallecidos, y mientras los ciudadanos cantando "Resistiré". Más de 100.000 infectados, y no hay medios de protección para los sanitaros, policías... pero para el gobierno y sus familiares no les falta de nada. No hay dinero para los autónomos, para comprar material de protección, ayudas a las familias... pero se subvencionan las TVs afines al gobierno con más de mil millones de euros. Sociedad aborregada, anestesiada, idiotizada, ya pasará esto y veremos los que cantan en los balcones que cara les queda cuando lleguen a trabajar y se encuentren las puertas cerradas de su empresa o cuando familias enteras vayan al paro. Eso sí, seguiremos cantando el "Resistiré", bailando en los balcones y escuchando los discursos del "predicador" Pedro Sanchez que nos amenizará las veladas.