martes, 16 de junio de 2015

Las cuatro estaciones II - 5ª parte - Nace un nuevo día.




LAS CUATRO ESTACIONES

5ª PARTE




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Nace un nuevo día

El tiempo es el gran escultor de nuestras vidas; nos modela y delimita, nos construye en virtud de lo que dejamos detrás. Soy es consciente de este hecho, por eso mi propuesta de vida gira en torno a este relato, a estas vivencias, a una vida dividida en las cuatro estaciones. Una vida mostrada en la forma de hojas de calendario arrancadas.

Desde  que nacemos, hasta que fallecemos, nuestra existencia transcurre almacenando recuerdos, recuerdos que un mal día empezamos a olvidar, que se borran de nuestra memoria, dejándonos lagunas, vacíos que no podemos interpretar, lo que antes era una vida llena de historia, personas, palabras, anécdotas, comienza a ser una existencia rutinaria, un regreso a nuestros principios.

Hoy nace un nuevo día, y con él  mi esperanza, que he encontrado en la pluma, el placer de sumergirme en mis recuerdos más infantiles; recuerdos de añoranzas e ilusiones pasadas, que hace tiempo decidí desempolvar y plasmarlas en un rincón de este blog, de una página, creada con la ilusión de recordar, no sólo mis vivencias, sino también la tierra donde crecí y viví mi niñez. Realmente cuando me pongo a exteriorizar aquellos recuerdos, no puedo menos que llevarme las manos a la cabeza, y comprobar, lo distinto que es todo. Aunque la inocencia infantil, puede que sea la misma, el escenario es otro, no se asemeja en nada a nuestras calles, cuando éramos felices con los juegos infantiles.

Cuando “alguien” se atreve, se para y se sumerge en los recuerdo, nos encontramos un mundo nuevo, no desconocido porque es un tiempo vivido, vivido por uno mismo en distintas etapas de la vida, y he descubierto que solo hay que pararse y cerrar los ojos, y es entonces cuando nos encontramos a ”nosotros mismos”, porque no somos el presente, somos algo más que eso, somos un compendio de vivencias pasadas, presentes y posibles futuras, y pobre del que no quiere reconocerlo así, porque estaría incompleto.

A veces para entendernos y entender nuestros comportamientos no queda más que reconocernos, mirar hacía el pasado, hasta nuestra tierna infancia e ir tirando del hilo de los recuerdos y seguro que descubriremos tantas, tantas cosas, y especialmente viviremos de nuevos los besos y arrumacos de nuestros padres; esos besos que quedaron guardados en algún rincón de nuestra alma y que de vez en cuando hay que desempolvar para  volver a sentirlos, porque nuestro corazón no entiende de edad, siempre es niño y necesita de las caricias ya casi olvidadas de nuestros seres más queridos.

Irremediablemente el tiempo pasa, y nosotros también vamos envejeciendo y de vez en cuando abrimos el baúl de nuestra historia, y nos dejamos llevar por el sopor de la nostalgia, y pienso: ¡Qué tiempos aquellos! y, ¡ay,  que rápido pasa la vida!...

A mí me toca escribir esta historia, que de real pasa a nostálgica. Cuando hablo de nostalgia me refiero a todos nosotros, los niños de los años cincuenta, eso éramos nosotros, esos niños que siempre van a recordar a su niñez. Recordar, porque si hacemos trabajar nuestra memoria, allí, en aquel cerezo del cemento, en el campamento, la piscina, el río… como una visión estaremos siendo protagonistas de nuestra historia.

Haber vivido una infancia como esa es lo que nos permitió esforzarnos para ser lo que hoy somos y aportar a la sociedad lo que hayamos aportado. Conocimos la sinceridad, la honestidad, la integridad del comportamiento, el valor de la palabra empeñada, la necesidad del esfuerzo propio para lograr metas y objetivos, el trabajo duro y constante, y la satisfacción del deber cumplido.

Las generaciones de hoy ignoran que todo de lo que gozan actualmente se lo deben a mi generación y la anterior, la de nuestros padres. Los avances científicos y tecnológicos, la democracia, los niveles de educación a su alcance y que a veces no aprovechan. Y sin embargo se burlan de los viejos en un nivel de inconsciencia asombroso.

Pero lo más importante de nuestra niñez es que nos enseñaron principios morales y éticos que guiaron nuestra conducta.

En esta vida estamos de paso, solo debemos de encontrar la manera de saberla disfrutar, las cosa malas vienen solas, las cosas buenas cuando vienen, no hay que dejarlas escapar.

Hoy, cuando ya no queda nadie de mis generaciones anteriores, les doy gracias a ellos desde el fondo de mi corazón por lo mucho me enseñaron… a vivir en libertad.



FINAL DE LA 5ª PARTE

miércoles, 10 de junio de 2015

Las cuatro estaciones II - 4ª parte - Nostalgia.





LAS CUATRO ESTACIONES

4ª PARTE



8

Nostalgia


Como ha pasado el tiempo, ha sido un abrir y cerrar de ojos, ahora cada vez que puedo me zambullo en los recuerdos de mi niñez, y eso me reconforta, porque mi infancia fue muy feliz, junto a mi querida y entrañable familia. 

La nostalgia ese sentimiento que a veces te permite recordar con alegría y darte un paseo por el tiempo. Es bonito cuando echas la vista atrás y recuerdas tu infancia o juventud sintiendo una sensación de emoción del tiempo pasado, ese sentimiento encantador ante el recuerdo de lo ausente o desaparecido para siempre en el tiempo.

La nostalgia de los tiempos pasados, esa sensación triste y dulce de lo que ya no está, se nos presenta en ocasiones y cualquier cosa que nos recuerde a aquellos años nos llena de emoción. 

Mi mundo era el poblado del Salto de Millares, la escuela, sus pequeñas calles… Qué bonito era ser niño, la vida era tan sencilla y simple, todo se resumía en ser feliz, tu mayor preocupación era que llegara la hora de salir a jugar, el frío y el calor no eran pretexto para estar con tus amigos, un bote podía ser tu mejor balón, o correr era suficiente para divertirse, el dinero no era necesario, tener 50 céntimos era sentirse millonario, como cambia el tiempo y como se anhela a veces volver.


"El poblado"


Hoy quiero volver a ser un niño, andar de la mano de mis padres, y balancearme mientras entre ambos me sujetan sin esfuerzo, yo con mi ropa de domingos, ellos con la sonrisa de fiesta. Quiero aprender, otra vez, a montar en bicicleta, y que mi padre sujete mi sillín y me prometa que no me va a soltar. Y que vuelva a soltarme. Quiero que, mi madre, cure mis rodillas heridas de niño, mis codos, mi barbilla, que me consuele, que me limpie, que me peine, que seque mis lágrimas. Quiero volver a comparar mi mano con la suya y comprobar que, aún y por siempre, es mucho más grande que la mía.

Quiero volver a pelear, en broma, con mis amigos sobre la hierba verde y fresca del pasado. Quiero echar carreras con ellos en él cemento y volver a jugar los interminables partidos de fútbol.

Quiero volver a hablar con mis amigos, entonces conversábamos entre nosotros, no como hoy, que se han creado generaciones del silencio, las de la cabeza baja porque están pegados a sus teléfonos y sumergidos en las dimensiones electromagnéticas, olvidándose del mundo que los rodea. Nos preocupábamos por conocer a nuestros vecinos y sus familias.

Nunca tuvimos teléfonos inteligentes, los inteligentes éramos nosotros, que nos las ingeniábamos para leer la mayor cantidad de libros que pudiéramos. Tampoco ordenadores, “play stations”, y otros instrumentos idiotizantes que hoy en día hacen que los niños y adolescentes pasen pegados frente una pantalla, sino que teníamos el poblado, las calles, el río, el monte… para nuestras aventuras de héroes, piratas, soldados y cosas así.

Compruebo estos días que le memoria es como un ovillo de hilo, si tomas el cabo y tiras de él y tiras y tiras, parece que hay mucha más hilo del que esperabas. Y eso me está ocurriendo desde que meencontré con los amigos de la niñez. Según tiro del ovillo voy hallando historias de mi pasado que había olvidado. Recuerdo el nombre de algun amigo  y tras él, aparecen varios más. Recuerdo un lugar y de repente veo la escena, con detalles. Veo la foto del Salto de Millares y mágicamente siento y huelo su aire. Se me revelan detalles de mi pasado que había olvidado. La vida se deconstruye con el tiempo, pero la mía se está recomponiendo, como un puzzle.

Lo que si viene a mí memoria, es el detergente Tú-Tú, la lejía de los Tres Ramos o los jabones Lagarto siempre estaban en el hogar mientras que en la mesa estaba la botella de vino rellenable, la gaseosa La Pitusa o el Agua del Carmen que se daba en los momentos trágicos como una muerte o un disgusto para pasar "el mal trago".

Los chiclés Bazooka estaban nuestra boca los domingos o día de fiesta, como algo excepcional, mientras jugábamos al fútbol o al aro y, por si nos caíamos y nos hacíamos herida, la escandalosa Mercromina siempre estaba en el botiquín.

También me acuerdo de aquellas reuniones vecinales, el día de la “Virgen del Carmen”, donde lo celebrábamos todos. Era un día muy señalado para nosotros, ¡era el día grande!


"La capilla y la escuela, al fondo, el río Jucar"


Cuantas cosas puedo contar de mi niñez... niñez enmarcada en el centro neurálgico del poblado, el "cemento". Ahora cuando pienso en aquellos días, la nostalgia me embarga de tal manera, que daría algo por encontrarme sentado en la puerta  de mi casa. Hoy, cuando me sumerjo en mi historia descubro día a día cosas maravillosas de esa etapa de mi vida, y hasta este momento, momento en el que me he parado a pensar sobre mis vivencias y que en definitiva son los primeros recuerdos de mi existencia, me he dado cuenta, de lo afortunado que ha sido mi vida hasta ahora. He ido quemando etapas, pero nunca me había parado a reflexionar sobre las mismas. Haciéndolo he descubierto un mundo ante mí en el cual he sido protagonista, y al no ser por esta introspección hacía mi interior, no hubiera descubierto jamás.




FINAL DE LA 4ª PARTE

Las cuatro estaciones - (Vídeos) - Salto de Millares - Tal como éramos.





1º vídeo: Salto de Millares, el paraíso.




2º vídeo: La central eléctrica y el paisaje.




3º vídeo: Tal como éramos...





martes, 2 de junio de 2015

Las cuatro estaciones II - 3ª parte - El reencuentro.



LAS CUATRO ESTACIONES II


3ª parte




“El destino nos perseguirá siempre, aunque estemos lejos”





6

13 de Septiembre de 2014

Pasan los meses y recibo la invitación a dicha reunión. Un poco indeciso, nervioso, pensando que a la mayoría hacía casi cincuenta años que no veo, decido realizar el viaje sobre todo porque el destino al que voy, siempre y por siempre, está en mi corazón.

Yo no soy poeta de ley ni se de versos muy cultos, solo conozco la emoción que al recorrerte me embargan los recuerdos de mi niñez y de mis primeros sueños. 


Soy consciente que deje a mis amigos con doce años y regreso con ellos con sesenta y dos, han pasado cincuenta años, evidentemente todos hemos cambiado, física y mentalmente. Tengo miedo que la ilusión por volver a verlos se convierta  en una nueva decepción tal y como sucedió cuando regrese al Salto de Millares y ver que no quedaba nada, que todo había desaparecido. Es como avanzar hacía una habitación desconociendo que hay en su interior. Voy avanzando hacia la puerta y al abrirla está todo oscuro, el interruptor de la luz está al fondo, debo de atravesar la oscuridad para saber que me espera dentro, ¿valdrá la pena entrar o significará una nueva decepción?. La puerta representa mi miedo e inseguridad.

Muchos tenemos una puerta sin abrir dentro de nuestra mente. Para algunos la puerta es el miedo a lo desconocido, para otros es una certeza de no ser capaz, una inseguridad que paraliza.


¿Qué ocurrirá si no abro esa puerta?  No quiero quedarme sin saber que hay tras ella. Quiero, necesito dar un paso más allá del miedo, espero  encontrar un rayo de sol al abrir la puerta.



7

Ya listo para asistir a la reunión con todo el grupo, volvemos a realizar el mismo recorrido del 31 de Mayo, elijo de nuevo el camino por Buñol.






Y llega el gran momento de vernos las caras. Poco a poco empezamos a llegar al lugar de encuentro, Bar la Alegría; a pesar de llegar un poco antes de la hora, ya se ve en la terraza un grupo de gente, me imagino que es parte del grupo, veo a Fidel con ellos, aturdido, saludo, abrazo, besé a todos aquellos que alguna vez compartimos niñez, adolescencia y juventud. Fina Gómez, Isabel Morales, Carlos Gómez Carpio, Pili Leren… faltan todavía muchos por llegar.

Pasado un rato, veo acercarse a la Señorita Maruja que viene con los hermanos Carrión, Enrique (igual que su padre, el Sr. Carrión), Mari Carmen y Andrés. No puedo negar la gran emoción de ver después de cincuenta años, a mi maestra, la señorita Maruja, está guapísima y se conserva estupendamente, me reconoce:

¡Cómo no voy a saber quién eres, José Mari, uno de mis alumnos preferidos! Me deja anonadado, ¡vaya memoria!

A los pocos minutos, uno de mi grandes amigos, José Enrique Costa “Cucala”, compañero de travesuras junto a Guillermo Jiménez y Fidel Lluch. José Enrique y Guillermo eran las manos ejecutoras, Fidel Pérez el ideólogo, el que pensaba las trastadas, Fidel Lluch el pupas y yo el que tenía la fama de bueno, ya conocemos el dicho “que unos crían la fama y otros cardan la lana”. ¡Vaya cuadrilla que formábamos! La gran decepción del día, la no presencia de Guillermo y Fidel Lluch, de verdad que siento mucho su ausencia. También lamento la ausencia de Emilio Jiménez (dos días después almorzaríamos junto a mi hermano, José Enrique y su hermano Joaquín), Chelo Jiménez, Santiago Vergara, José Joaquín Ródenas...

Van llegando, Carmen LLuch, parece que estoy viendo a su madre, Joaquín Barberán, Joaquín Costa, Octavio, Pili Leren… no esperaba sus presencias. Joaquín Barberán, era el mayor del grupo de niños, entonces ya debía tener, quince o dieciséis años, era muy querido en mi familia, continuamente estaba en mi casa, siempre pensamos en mi familia que le gustaba mi hermana María Jesús.

¡Dios mío! Cuantos sentimientos encontrados;  verlos y abrazarlos fue lo primero pero sobre todo sentí que en ese abrazo estaba el cariño, la ternura, el reconocimiento de lo que significa ser amigos. En medio de tanta conversación los acontecimientos se sucedían unos tras otros.

Después, visita a la iglesia para dar gracias por todo lo recibido en estos 50 años y hacer una pequeña ofrenda de flores a Nuestra Virgen del Carmen, patrona del Salto de Millares y cuya imagen se conserva en la iglesia del pueblo de Millares, entramos a la iglesia...y estaba ahí...como esperándonos, diciéndonos a cada uno, "muchachos, nos volvemos a encontrar". Cuantos sueños se forjaron en su presencia, cuantas anécdotas, tantas memorias.















A la salida, replique de las campanas de la capilla ahora instaladas en el campanario de la iglesia, que emoción, que recuerdos, cuantos domingos por la mañana mi hermano y yo acudíamos a la iglesia para tocar la campana avisando para la misa. José Enrique me recuerda los concursos que hacíamos tirando piedras a la campana, cierto, no era fácil acertar, pero lo conseguíamos, bueno alguna fue a parar cerca de las ventanas.





Como no puede ser de otra manera en nuestra tierra, para finalizar el acto en la iglesia, Andrés Carrión no obsequia con una pequeña mascletá. Ya aprieta el calor, bajamos a por los coches para desplazarnos al albergue municipal, lugar donde se va a celebrar la comida, pero antes hacemos una parada obligada en la fuente del L'inchidor.





Con sonrisas en el rostro y el alma, empezamos a llegar al albergue para comenzar la comida. Más de 30 personas nos  volvíamos a juntarnos luego de muchísimos años de no vernos. Mis emociones estaban a flor de piel.

Que importa el menú, lo importante es el magnífico ambiente, las largas conversaciones, el recuerdo de anécdotas olvidadas o deformadas por el tiempo y el olvido, enterarte de pequeños secretillos, de hacer un pequeño repaso a lo que ha sido nuestras vidas desde entonces.








Es muy difícil describir la alegría al vernos todos juntos otra vez. Saber que a todos les ha ido bien, que han logrado cumplir sus sueños profesionales y que aunque con altas y bajas, sus vidas personales también han ido por buen rumbo.

Volvimos el tiempo atrás y todos y cada uno de nosotros nos convertimos en aquellos adolescentes desesperados por comerse al mundo y cumplir muchísimas metas y sueños.


Entre todos repasamos y recordamos nuestra infancia, los amigos, vecinos, de las costumbres de la época, que no tienen nada que ver con los días actuales, ¿cómo en tan poco tiempo la sociedad ha cambiado tanto?,  no tiene nada que ver con aquellos años 60 que vivimos, cuando veo a la gente joven creo que he pertenecido a dos mundos completamente distintos, donde las costumbres, los valores, el respeto y demás cosas han cambiado tanto.





Volvemos a reconstruir anécdotas, algunas ya olvidadas, otras recordadas pero deformadas por el paso del tiempo; cuando mi hermano se cayó al vertedero, cuando Guillermo y José Enrique ataron a Fidel LLuch a un árbol y ya anocheciendo se dieron cuenta que se habían olvidado de liberarlo, las veces que tuvimos que acudir al médico con alguna herida en la cabeza, las sandías del Sr. Samuel que nos servían de merienda en los interminables partidos de fútbol…


¡Qué tiempos tan maravillosos aquellos!, cualquier acontecimiento, por simple que fuera, era motivo para montar una reunión vecinal, donde los intereses de todos estaban por encima de los intereses  individuales. Todos los que vivíamos en el poblado, en aquellos momentos formábamos una gran familia. Aquellas reuniones en la cantina para ver una película, las meriendas-cenas en Pascua que compartíamos todos en la cantina. Aquellos cantos de jilgueros, que envolvían con su música y su cantar las tardes de verano; o ese olor a hogar en la sobremesa del invierno,  las tertulias familiares. Sí, todas estas circunstancias tan entrañables y tan apegadas a nosotros, nos  alegraban las tardes con los quehaceres propios de la vida sencilla en que se consumían las horas en aquellos días.

También recordamos a los que no están, me cuentan que Pepe el Gordo falleció hace poco, mi compañero de habitación en el colegio interno, Úbeda también nos dejó, mi hermana Mª Jesús, la mayoría de los padres de los que aquí nos hemos encontrado… pero la vida sigue, no sé detiene.


Nacemos, crecemos y morimos, dicen que es ley de vida, pero qué difícil es hacerse a la idea de no volver a estar con las personas que se quiere. El bálsamo del consuelo es fundamental para poder afrontar estas cosas, pero es duro, muy duro y es inevitable.  



La jornada finaliza muy tarde y todos regresamos a nuestras casas con el deseo que pronto llegue el próximo año para volver a encontrarnos, porque vuestro cariño y recuerdo me hace sonreír.

Éste es un entrañable grupo de amigos. Viejos amigos, añejos. Con larga historia en la estela y relaciones fraguadas con el paso de los años. Espero y deseo que sea nuestro punto de encuentro, de todos aquellos que seguimos añorando nuestro pasado.


Final de la 3ª parte