jueves, 14 de febrero de 2013

Día de Parada al pasado




Hace poco leí quien sabe donde, tal vez en algún sitio en internet, en una revista o quizás en un libro, algo que me llamó muchísimo la atención y tiene que ver con la auto-observación consciente.
Siempre nos asusta el hecho de observarnos a nosotros mismos y descubrir tantas cosas bonitas, feas, claras, confusas, que consciente o inconscientemente ocultamos.
Es un ejercicio simple y muy original. Es hacer un día de parada al pasado. Este ejercicio fue inspirado por un maestro estadounidense: Maharishi Krishnananda Ishaya *.
Sólo por un día

Primera parte del ejercicio:

Un día de la semana queda totalmente prohibido hablar del pasado y pensar acerca de él.
Sé que es difícil imaginarse un día en el que no podamos siquiera hacer referencia a lo que hicimos ayer, a lo que comimos el lunes pasado, al viaje maravilloso que realizamos en diciembre o al encuentro inesperado con una persona especial o a la terrible experiencia que tuvimos en una discusión con nuestro hijo por ejemplo…
Pero el juego va más allá de la prohibición de hablar del pasado… Es una invitación a que observemos atentamente cuántas veces al día nuestra mente juega a irse al pasado y observar las emociones que se desprenden de allí.
Un poco difícil ¿no?
Es realmente interesante darse cuenta como en un solo día nos podemos ir al pasado ¡más de 200 veces! Entonces simplemente nos damos cuenta de lo siguiente:
La memoria + la emoción + la reacción = no-estar-presente
¡No vivimos el presente!
Nos apegamos a emociones y sucesos pasados que sólo son una ilusión aunque nuestra mente las haga parecer reales.
Confieso que esta parte –hasta ahora- no lo he podido realizar…

Segunda parte del ejercicio:

Esta parte es más fácil, porque se trata de mirar al otro…
Observar en una persona (cualquiera) cuántas veces en una conversación se va al pasado y la emoción que encierra su comentario, su historia. No se trata simplemente de que el o ella te cuente lo que hizo ayer, sino de cómo lo cuenta… cuantas veces la conversación se va en la queja o el reproche, en las decisiones que esa persona tomó o cómo le afectó la decisión de otro personaje adicional “importante” en su vida.
¿Qué te parece?
Abramos los ojos, escuchemos, respiremos… No se trata de castigarnos, regañarnos o de juzgar y calificar a otros porque descubrimos que siempre el, ella y yo nos vamos al pasado.
Sólo es un “juego” de observación que nos puede permitir conocernos más a nosotros mismos, tomar decisiones diferentes, sentirnos más plenos, más conscientes, más felices, más responsables… y ¡más presentes!

No hay comentarios:

Publicar un comentario