Cuando tenían diez años las vidas de Aomame y Tengo en cierta forma quedaron en suspenso. Es decir, siguieron viviendo, creciendo, pero sólo 20 años después, en el mundo de 1Q84, recuperan la vitalidad y algo cambia en ellos. La naturaleza de esos cambios, su origen último, las consecuencias que provocan son en esencia el trasfondo de esta novela, una peculiar historia de amor en la que los amantes jamás llegan a encontrarse. Una de esas historias que no parece tener más matices, como una hoja doblada de papel a la que uno podría no prestar atención pero que al desplegarse va revelando dibujos inesperados y atisbos de otros mundos.
Alrededor de ese núcleo, el autor teje temas con toda confianza, habiendo perfeccionado hasta tal punto su arte que sabe que puede lanzar al aire todas las pelotas que quiera sin tener problemas para ir recogiéndolas todas una a una. La infancia, evidentemente, es uno de esos temas, porque allí es donde se fraguan muchos aspectos de nuestra situación actual. También las sectas religiosas, la política japonesa antes y después de la segunda guerra mundial, el maltrato en todas sus formas y hay dos lunas en el cielo. Dos lunas que parecen mantenerse siempre a la misma distancia entre sí, que forman simultáneamente una señal y un reflejo.
Perro en todo momento Aomame y Tengo forman el punto central de la narración, cuya relación da sentido a lo que sucede y en cierta forma a lo que sucedió y se nos va revelando. Son el centro de la que probablemente sea la novela más deliberadamente ambigua de Murakami, aquella en la que más se entremezclan los conceptos, las ideas y los sentimientos.
Orwell escribió 1984 mirando al
futuro, y yo, con mi novela, quiero hacer lo contrario, mirar al pasado, pero
sin dejar de ver el futuro. Es mi obra más ambiciosa. (Haruki Murakami)
El Cultural ofreció una de las
pocas entrevistas concedidas por el escritor a un diario alemán con motivo de
la publicación de 1Q84, una historia de ciencia ficción sobre una asesina que
descubre un misterioso mundo subterráneo. En Alemania el éxito de la novela ha
sido tal que en la primera edición ya se han vendido 40.000 ejemplares
El origen de 1Q84
-Los títulos de algunas de sus
novelas, como Tokio blues. Norwegian Wood o After Dark, están inspirados en
canciones de los Beatles, de los Beach Boys o en piezas de jazz. Al principio
de 1Q84, en la radio del taxi suena la Sinfonietta de Janacek; también podemos
escuchar El clave bien templado de Bach, obras de Haydn y otras piezas
barrocas. ¿Su gusto musical se decanta ahora por los clásicos?
-No, siempre he escuchado todo
tipo de musica: jazz, clásica, rock, siempre que sea bueno.
-¿Cómo comenzó a escribir?
-Hacía sol y estaba viendo un
partido de béisbol una tarde de abril. De repente, fue como si me hubiera caído
un rayo y supe con toda claridad que sería escritor.
-¿Hubo algún factor
desencadenante, alguna experiencia que inspirase 1Q84?
-La idea llegó de forma muy
sencilla: iba en coche por Tokio, el tráfico era intenso y me quedé atascado en
una autovía en medio de la ciudad. Miré por la ventana y pensé en cómo me
sentiría si bajase del coche, lo dejase allí y descendiese al subsuelo. Ésa fue
la idea desencadenante, de la que partió el personaje de Aomame. Así empezó. No
sabía lo que ocurriría más adelante. Pero sí que detrás se escondía una gran
historia.
-Aomame desciende por una
escalera de emergencia de una autovía y llega a otro mundo. ¿Le ha sucedido a
usted?
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