viernes, 9 de abril de 2021

La historia del Salto de Millares - 1ª parte - El proceso de integración de las sociedades eléctricas valencianas

 La historia del Salto de Millares

1ª parte

 

 

El proceso de integración de las sociedades eléctricas valencianas



Salto de Millares


"Como en la Alpujarra, como en el macizo de Peñagolosa y en el alicantino de Aitana, los caminos son solitarios; de pueblo a pueblo, en esta comarca (del cañón del Júcar), menos aún que en aquéllos, no hay caseríos, ni casas, ni ventas, ni bosques, ni fuentes, éstas por excepción y poco visibles. Pero aventajan en la amplitud de los horizontes, porque se han trazado, ó mejor abierto á lo largo de extensas mesetas, desde las cuales se tiende la vista en todas direcciones para contemplar y gozar, no una llanura monótona, sino segundos y ulteriores términos formados por un conjunto de montañas que en dirección parecida á la del Júcar atraviesan la provincia de Valencia, ó tambien un espacio más abierto, limitado por la Muela de Bicorp. Y los que han viajado por las montañas saben cuánto atenúa las molestias producidas por el estado del camino aquella impresión que nace de contemplar horizontes grandiosos que, por serlo, hasta llegan á subyugar el ánimo"
E. Soler (1905): Por el Júcar. Notas y apuntes de viaje, p. 11

 




"Pero ¡qué cerca y a la vez qué lejos estábamos de Molinar! El paisaje (de Millares) es otro, otros los vecindarios, las costumbres, las tradiciones y el nivel económico del medio ambiente. A fines del XVIII, el P. Cabanilles reprobaba a los habitantes de Millares que postergaran el cultivo de sus tierras a las artes industriales. El religioso enciclopédico habría preferido que sus anfitriones (¡ya era ha hazaña en aquellos tiempos recorrer a fondo el valle del Júcar!) se dedicaran a la nutricia labranza en vez de al oficio de fabricar alpargatas. Pero ¿qué habría escrito el autor adivinando que dos siglos después iban la industria y la agricultura a emparejarse y caminar de consuno, que una empresa española concienzuda y audaz habría de civilizar, habría de industrializar, no ya en detrimento de la agricultura, sino en beneficio de los regantes, las aguas histéricas del Júcar?" (Hidroeléctrica Española, S.A. (1907-1957), p. 40)


La garganta del Júcar, encajada entre muelas y sierras medias mediterráneas, es un paisaje sublime. En las abruptas laderas del cañón afloran masivas secuencias rocosas y se desarrolla una amplia diversidad de nichos ambientales. Durante siglos, el congosto fue un desierto marginal e incomunicado, un refugio casi inexpugnable, pero también un camino de agua, vigilado desde castillos y atalayas, y arriesgada ruta de almadías y gancheros. Entre Cofrentes y Tous, el río Júcar - alimentado por la sostenida inercia del caudal de base en régimen natural - salva un desnivel de 300 m, un valioso recurso para los saltos hidroeléctricos pioneros en la primera mitad del siglo XX. Desde entonces hasta hoy, la hidroelectricidad ha transformado muchos elementos dominantes del paisaje del cañón. De la gestión energética de la garganta dependen muchas actividades de nuestra sociedad postindustrial. El paisaje del cañón del Júcar, además de agua y roca, y de chorradores y reciales, también es un complejo hidrotecnológico que ha impreso nuevas dimensiones al paisaje.

 


 

 

 Un aislado congosto

La garganta del Júcar entre Cofrentes y Tous se encaja mayoritariamente entre bordes recortados de mesas y muelas calcáreas (sur) y de sierras plegadas y fracturadas (norte). En las vertientes, desniveles pronunciados, escarpes y cantiles, bien registrados por la toponimia (cinto, cingla, ceja, morro, cuchillo, muralla, cortada, alto, rialto, puntal, etc.), alternan con cuestas y taludes de marcado gradiente sobre rocas más blandas. También hay marcas de desprendimientos y desplomes. En todo caso, el perfil transversal y la anchura de la garganta cambian en cada tramo.


En su recorrido por el cañón, el Júcar es un río alóctono con una notoria influencia atlántica en su régimen, con nevadas invernales en las serranías de cabecera y frecuentes tormentas primaverales. Antes de la regulación del Júcar, el caudal medio a la entrada del congosto era de 55 m3/seg. y a la salida (en Sumacàrcer) era de 60. Si el caudal era relativamente importante, más significativa era la regularidad cárstica de los ríos Júcar y Cabriel, dependientes de los acuíferos de cabecera y de la Mancha oriental. De otra parte, la influencia mediterránea introduce rasgos de torrencialidad. Las crecidas extraordinarias destruían los puentes y arrasaban precarias infraestructuras, que colapsaban la comunicación entre ambas márgenes (así sucedió en 1864, 1884, 1898, 1923). En tiempos más recientes, el desastre de la riada de 1982 aceleró la reordenación hidroeléctrica aguas arriba de Tous.

 


 


El congosto se halla comprendido entre los pisos bioclimáticos termo y mesomediterráneo, con ombroclimas de subhúmedos a secos. Al mismo tiempo, el encajamiento condiciona los contrastes entre solanas y umbrías y una rica alternancia de nichos ecológicos. En consecuencia, hay numerosos microambientes con una flora muy representativa; algunos más accesibles fueron aprovechados como recurso por los habitantes de Tous, Dos Aguas, Millares, Cortes de Pallás y Cofrentes.


El territorio que rodea la garganta fue descrito por Cavanilles como un desierto "sin cultivo y sin colonos". La difícil accesibilidad y los escasos recursos siempre limitaron la densidad demográfica. No obstante, durante la época islámica se implantó a lo largo del congosto un sistema defensivo de castillos, torres vigías y fortificaciones, de los que dependían alquerías y otros asentamientos dispersos. Los sitios defensivos son espectaculares e insólitos, sobre acantilados y cerros (castillo de Tous-Terrabona, Castillet, castillo de Cabas y castillo de Millares, castillos de Ruaya, la Pileta, Otonel y Chirel en Cortes de Pallás y castillo de Cofrentes). El emplazamiento más impresionante es el arruinado castillo de Madrona, sobre una aguda peña junto al cierre de la presa del Naranjero, con restos de estructuras apoyadas en el borde de un abismo de 300 m sobre el Júcar.
Tras la conquista cristiana del siglo XIII, los márgenes del cañón del Júcar siguieron poblados por mudéjares. Forzados a bautizarse en 1525, se produjo la primera sublevación de la muela de Cortes. Posteriormente, la orden de expulsión de los moriscos (1609) originó la gran rebelión con un resultado dramático para los sublevados. La expulsión produjo el abandono generalizado de casas y tierras, algunas de las cuales se transformaron en eriales durante la gran crisis del siglo XVII. Pese a los intentos de repoblación, algunos lugares quedaron definitivamente deshabitados. A fines del siglo XVIII, Buguete (Boxet) y Rugaya (Ruaya) estaban despoblados y en Otonel quedaba una sola casa. El patrón del poblamiento actual, pese a los despoblados, es herencia de época medieval. Las poblaciones que rodean el congosto (Cofrentes, Cortes, Dos Aguas, Millares, Tous) crecieron en el siglo XIX y alcanzaron el máximo demográfico durante las primeras décadas del siglo XX (debido a las obras relacionadas con la construcción de los saltos hidroeléctricos).


 



Los recursos tradicionales en el entorno de la garganta han sido la ganadería extensiva, los productos forestales y la práctica de la agricultura. Como las cuidadas huertas en el ruedo de los pueblos y los cultivos del secano (algarrobo, olivo, vid) no proporcionaban lo necesario, la actividad agrícola se completaba con la ganadería trashumante, la explotación del monte (carboneo, leña, cal, miel, etc.) o la recolección de esparto para la manufactura de alpargatas, y de palmito para cuerdas, escobas, etc. Algunos vecinos redondeaban sus ingresos con otros oficios a tiempo parcial (arriería, gancheros, jornaleros en la Ribera, etc.).


Otro rasgo ha sido el aislamiento y la dificultad de las comunicaciones. Las vías más comunes eran las veredas de ganado y las sendas de los arrieros. Los pasos más complicados se encontraban en los cintos que bordeaban las muelas. De otra parte, el carácter inaccesible del congosto se veía acentuado por los escasos pasos para cruzar el río Júcar: en Cofrentes, Cortes de Pallás y Millares hubo precarios puentes de madera que, de forma recurrente, eran arrastrados por las mayores crecidas. En Tous había una barca para cruzar el Júcar.

 



Final

1ª parte


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