miércoles, 8 de octubre de 2014

El perro Excalibur - (Artículo publicado por Elentir)



Un perro llamado Excalibur saca a la luz el asimétrico sentido de la piedad de algunos

La decisión de sacrificar al perro de la enfermera contagiada por ébola ha destapado el asimétrico sentido de la piedad de una parte de la sociedad española. En Twitter el tema #SalvemosaExcalibur (así se llama el perro) reunía anoche más de 230.000 tuiteos. Una página de Facebook suma ya más de 47.000 fans con el título “Salvemos a Excalibur”. Y una petición en Change.org reunía en pocas horas más de 216.000 firmas para salvar animal.
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Una petición que equipara a un perro con su dueño

El texto de la petición no duda en equiparar la vida del perro con la de un ser humano al afirmar que “es mucho más fácil aislarlo o ponerlo en cuarentena igual que han hecho con el marido de la víctima”. Ni siquiera la enfermera contagiada ha merecido tantas muestras de solidaridad como su perro. Es inútil explicar a quienes piensan así que la OMS contempla el sacrificio de animales como forma para evitar la extensión de la epidemia. Es inútil intentar explicarles que hacer guardar cuarentena a un perro es mucho más complicado y encierra muchos más riesgos que poner en cuarentena a un hombre, y que sólo éste -por su condición humana- merece el riesgo que supone el proceso para el personal sanitario. Es inútil pedir coherencia a los que en muchos casos defienden en nombre de la libertad la matanza de más de 100.000 seres humanos inocentes al año con el aborto, y luego lloran por un perro. Empieza a ser casi providencial que una sociedad así, que mata a sus hijos por nacer, se esté empujando a sí misma a un suicidio demográfico que va a tener muy graves consecuencias en el futuro. La historia nos demuestra cómo las sociedades decadentes acaban por destruirse a sí mismas. Da la sensación de que ése es el camino que ha tomado la nuestra, surfeando sobre una ola de estupidez.

Lloran por el perro tras mostrar su desprecio por el Padre Pajares

En el extremo más visible de esa decadencia, en Twitter era fácil encontrarse ayer con usuarios que pedían salvar al perro, pero que en agosto pidieron que se dejase morir de ébola en África al médico y sacerdote español Miguel Pajares, fallecido a causa del ébola en agosto tras ser repatriado a España. Que la mascota de una infectada por ébola suponga un riesgo para los seres humanos es algo que les da igual a los que nos alertaron del riesgo que corría España por la citada repatriación. Para algunos merece la pena correr riesgos por un perro, pero no por un misionero que pasó 30 años ayudando a los más pobres. Ciertos “piadosos” progres me decían ayer en Twitter que el misionero sabía a lo que se arriesgaba, pero el perro no. O dicho de otra forma: “el misionero enfermó por ayudar a los pobres, que se fastidie y que se muera en África. ¡Pero pobre perrito!” Ya parece que el misionero habría merecido más consideración si fuese ateo y hubiese dedicado su vida a salvar perros y no a cuidar a pobres africanos. A este grado de imbecilidad, de indignidad y de vileza ha llegado buena parte de la sociedad española, que aún se escandaliza de que haya políticos que son un vivo reflejo de su corrupción moral.

Los perros ya muestran más amor por los humanos que muchos humanos.

A mí me encantan los perros. Se puede decir de ellos que son los animales más serviciales que hay, capaces de seguir a sus amos hasta la tumba cuando éstos fallecen. De hecho, empiezo a pensar que por regla general los perros demuestran más amor por el ser humano que muchos miembros de nuestra propia especie. Pero a diferencia de dichos miembros, no comparto esa línea de pensamiento débil según la cual hay que sentir por las mascotas tanta piedad como por los seres humanos, a menos que éstos sean niños por nacer o misioneros católicos, claro, en cuyo caso cualquier atisbo de piedad se va a hacer puñetas. Y podríamos añadir más ejemplos. Una movilización como la que ayer concitó Excalibur no la han merecido en España los hombres, mujeres y niños atrozmente asesinados por los terroristas del Estado Islámico en Irak y Siria. Remitiéndome al citado portal de participación ciudadana de inspiración progre, en un mes una petición de ayuda a los cristianos de Irak en Change.org consiguió 90.000 firmas menos que la de ayer en favor de la citada mascota en unas pocas horas. Para encontrarse con una campaña con más apoyo hay que irse a la que lanzó Aleteia en el portal conservador CitizenGO, que ha reunido más de 294.000 firmas desde el 24 de julio.

La piedad con el perro como disfraz de otra cosa.

Ante la terrible y patética realidad que revelan estas cifras, abortistas que se apiadan de un perro y no de seres humanos aún nos dirán aquello de que a los pro-vida no nos importan los ya nacidos. Sinceramente, me da la sensación de que a ellos no les importan otros seres humanos -nacidos o por nacer- que no sean ellos mismos. Y es que al final la legítima piedad por un animal acaba siendo, para algunos, una forma de disfrazar su falta de piedad por sus semejantes, una carencia que aumenta a medida que se extiende esa filosofía materialista según la cual las personas no tenemos más que un valor meramente instrumental, y carecemos por completo de cualquier dimensión trascendente que nos distinga en esencia de las bestias, a las que hemos de tratar como iguales o incluso como superiores cuando la vida de ciertos seres humanos resulte, para algunos, más prescindible que la de un perro.


Articulo publicado por Elentir

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