Un perro llamado Excalibur saca a
la luz el asimétrico sentido de la piedad de algunos
La decisión de sacrificar al
perro de la enfermera contagiada por ébola ha destapado el asimétrico sentido
de la piedad de una parte de la sociedad española. En Twitter el tema
#SalvemosaExcalibur (así se llama el perro) reunía anoche más de 230.000 tuiteos.
Una página de Facebook suma ya más de 47.000 fans con el título “Salvemos a
Excalibur”. Y una petición en Change.org reunía en pocas horas más de 216.000
firmas para salvar animal.
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síntomas y las vías de transmisión del virus del ébola
En España se propaga una
enfermedad contagiosa tan alarmante como el ébola
Una petición que equipara a un
perro con su dueño
El texto de la petición no duda
en equiparar la vida del perro con la de un ser humano al afirmar que “es mucho
más fácil aislarlo o ponerlo en cuarentena igual que han hecho con el marido de
la víctima”. Ni siquiera la enfermera contagiada ha merecido tantas muestras de
solidaridad como su perro. Es inútil explicar a quienes piensan así que la OMS
contempla el sacrificio de animales como forma para evitar la extensión de la
epidemia. Es inútil intentar explicarles que hacer guardar cuarentena a un
perro es mucho más complicado y encierra muchos más riesgos que poner en
cuarentena a un hombre, y que sólo éste -por su condición humana- merece el
riesgo que supone el proceso para el personal sanitario. Es inútil pedir
coherencia a los que en muchos casos defienden en nombre de la libertad la
matanza de más de 100.000 seres humanos inocentes al año con el aborto, y luego
lloran por un perro. Empieza a ser casi providencial que una sociedad así, que
mata a sus hijos por nacer, se esté empujando a sí misma a un suicidio
demográfico que va a tener muy graves consecuencias en el futuro. La historia
nos demuestra cómo las sociedades decadentes acaban por destruirse a sí mismas.
Da la sensación de que ése es el camino que ha tomado la nuestra, surfeando
sobre una ola de estupidez.
Lloran por el perro tras mostrar
su desprecio por el Padre Pajares
En el extremo más visible de esa
decadencia, en Twitter era fácil encontrarse ayer con usuarios que pedían
salvar al perro, pero que en agosto pidieron que se dejase morir de ébola en
África al médico y sacerdote español Miguel Pajares, fallecido a causa del
ébola en agosto tras ser repatriado a España. Que la mascota de una infectada
por ébola suponga un riesgo para los seres humanos es algo que les da igual a
los que nos alertaron del riesgo que corría España por la citada repatriación.
Para algunos merece la pena correr riesgos por un perro, pero no por un
misionero que pasó 30 años ayudando a los más pobres. Ciertos “piadosos”
progres me decían ayer en Twitter que el misionero sabía a lo que se
arriesgaba, pero el perro no. O dicho de otra forma: “el misionero enfermó por
ayudar a los pobres, que se fastidie y que se muera en África. ¡Pero pobre
perrito!” Ya parece que el misionero habría merecido más consideración si fuese
ateo y hubiese dedicado su vida a salvar perros y no a cuidar a pobres
africanos. A este grado de imbecilidad, de indignidad y de vileza ha llegado
buena parte de la sociedad española, que aún se escandaliza de que haya
políticos que son un vivo reflejo de su corrupción moral.
Los perros ya muestran más amor
por los humanos que muchos humanos.
A mí me encantan los perros. Se
puede decir de ellos que son los animales más serviciales que hay, capaces de
seguir a sus amos hasta la tumba cuando éstos fallecen. De hecho, empiezo a
pensar que por regla general los perros demuestran más amor por el ser humano
que muchos miembros de nuestra propia especie. Pero a diferencia de dichos
miembros, no comparto esa línea de pensamiento débil según la cual hay que
sentir por las mascotas tanta piedad como por los seres humanos, a menos que
éstos sean niños por nacer o misioneros católicos, claro, en cuyo caso
cualquier atisbo de piedad se va a hacer puñetas. Y podríamos añadir más
ejemplos. Una movilización como la que ayer concitó Excalibur no la han
merecido en España los hombres, mujeres y niños atrozmente asesinados por los
terroristas del Estado Islámico en Irak y Siria. Remitiéndome al citado portal
de participación ciudadana de inspiración progre, en un mes una petición de
ayuda a los cristianos de Irak en Change.org consiguió 90.000 firmas menos que
la de ayer en favor de la citada mascota en unas pocas horas. Para encontrarse
con una campaña con más apoyo hay que irse a la que lanzó Aleteia en el portal
conservador CitizenGO, que ha reunido más de 294.000 firmas desde el 24 de
julio.
La piedad con el perro como
disfraz de otra cosa.
Ante la terrible y patética
realidad que revelan estas cifras, abortistas que se apiadan de un perro y no
de seres humanos aún nos dirán aquello de que a los pro-vida no nos importan
los ya nacidos. Sinceramente, me da la sensación de que a ellos no les importan
otros seres humanos -nacidos o por nacer- que no sean ellos mismos. Y es que al
final la legítima piedad por un animal acaba siendo, para algunos, una forma de
disfrazar su falta de piedad por sus semejantes, una carencia que aumenta a medida
que se extiende esa filosofía materialista según la cual las personas no
tenemos más que un valor meramente instrumental, y carecemos por completo de
cualquier dimensión trascendente que nos distinga en esencia de las bestias, a
las que hemos de tratar como iguales o incluso como superiores cuando la vida
de ciertos seres humanos resulte, para algunos, más prescindible que la de un
perro.
Articulo publicado por Elentir
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